Ladrones que viven en casas usurpadas de Barrio Norte, el temor de los vecinos

Los frentistas le contaron a Trama Urbana la problemática en la que están inmersos. Denuncian que hay al menos cuatro lugares tomados y que los robos son moneda corriente

¿La verdad? Tenemos miedo. Ya entraron a robar de todas las formas posibles: por los techos, durante entraderas, de día, de noche y de madrugada. ¿Qué podemos hacer? Nadie nos ayuda. Solo nos cuidamos entre nosotros porque la comisaría Segunda hace la vista gorda”. 

La frase pertenece a un vecino de Barrio Norte, pero el concepto es repetido por la mayoría de los frentistas de una de las zonas más golpeadas por la inseguridad en la ciudad. Otro tema en el que casi todos acuerdan es en preferir no exponerse ante la cámara, con el fin de no develar su identidad, mismo motivo por el que solo aceptan brindar el nombre de pila. Tienen miedo y motivos para sentirlo. 

Los vecinos denuncian que, desde hace un tiempo, varias casas de la zona fueron usurpadas por grupos de delincuentes que cometen todo tipo de ilícitos. “Se metieron en propiedades que no les pertenecen y nadie hace nada. Después de la inundación de 2013, las casas tomadas se multiplicaron y ya no vivimos con tranquilidad”, indicó un lugareño, de nombre Oscar (67). 

Este medio recorrió el barrio, donde sus residentes manifestaron, por lo bajo, que uno de los lugares ocupados a la fuerza queda en 33 entre 9 y 10, mientras que en 34 y 8 hay otro; a 200 metros, un tercero; y un cuarto está ubicado en 9 y 36. 

“Los ladrones son menores y mayores, hay de todo. Pareciera que se turnan para robar, porque algunos lo hacen a plena luz del día y en diferentes comercios, como en el kiosco de 33 entre 10 y 11, que fue asaltado varias veces. También lo hicieron en otro kiosco, de 9 y 34”, señaló Marcela, quien sufrió en carne propia el proceder de los maleantes, y así lo cuenta: “A mí se me metieron en mi casa hace un año, aproximadamente. Eran tres, a cara descubierta, y los reconocí porque los vi una o dos veces antes en el barrio. Después, hablando con vecinos, supe que eran de la banda  que se metió en un terreno abandonado de 34 y 8”. 

Blancos fáciles 

Otro blanco fácil para los hampones son los empleados, los médicos y las enfermeras del Hospital Español, ubicado en 9 entre 35 y 36. “Los agarran siempre de noche, cuando salen. No debe haber mucha gente allí que se haya salvado”, relató Oscar. Tanto él como Marcela y Carlos, otro frentista, acordaron al aclarar que “una vez que cometen el robo, no tienen reparos en correr hacia las casas que tomaron y esconderse allí”. 

Por ese motivo es que las víctimas fueron “varias veces” a hacer la denuncia en la comisaría Segunda, con jurisdicción en el lugar, pero nunca obtuvieron respuestas positivas. “Es increíble lo que pasa, porque nos presentamos con datos concretos: decimos dónde viven los delincuentes, marcamos siempre los lugares tomados como puntos conflictivos, pero no nos escuchan”, se lamentan. 

Admiten, a su vez, que la Policía fue a varios de los sitios sindicados por los vecinos, pero nada cambió: “Los vimos hablar algunas veces con ellos, ¿y qué cambió? Nada”. 

“Antes venían a robarnos de otros lugares, ahora son los propios lugareños”

Cansados de los robos protagonizados por sujetos que tomaron varias casas, los vecinos de Barrio Norte se juntaron entre ellos para paliar la inseguridad. “Hubo un montón de reuniones y en muchas de ellas se hicieron presentes las autoridades policiales. Escuchan nuestros problemas, pero estas lacras siguen viviendo en sitios que ni siquiera les pertenecen. Lo único que pedimos es que los saquen. Si no los quieren meter presos porque son parte del negocio, que al menos los lleven a otro lado, porque acá no los queremos”, puntualizó Marcela. 

Tanto ella como el resto de sus vecinos admiten tener “miedo” por posibles “represalias, pero algo tenemos que hacer”. 

Al recorrer las calles de la zona, este medio pudo comprobar el temor con el que viven sus residentes, palpable en una estadística: ni siquiera un tercio de la vecindad se animó a hablar con la prensa. Reconoció los hechos, pero optó por mantenerse en silencio. 

“Antes, en la zona eran comunes las entraderas que cometían delincuentes que venían de La Favela, El Mercadito o El Dique, en Ensenada. Ahora, aunque siguen existiendo hechos así, podemos jurar que esos robos se redujeron y que los que nos atacan son nuestros propios vecinos, los que tomaron las casas”, aseveró Oscar. 

Por último, resaltaron que los sospechosos “viven tomando cerveza y drogándose a la vista de todo el mundo, y en cualquier momento. Se emborrachan en la vereda y se vuelven incontenibles”. 

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