El legendario defensor campeón con Estudiantes Rubén Agüero dialogó con este multimedio a pocos días del enfrentamiento que tendrá el Pincha contra Gimnasia. Vivencias de un León dentro de la cancha.
En la previa de una nueva edición del clásico platense, que se estará disputando el próximo domingo desde las 16.15 en el estadio Jorge Luis Hirschi, por el interzonal de la décima fecha de la Copa de la Liga, Rubén “Negro” Agüero charló con este diario para abrir el cajón de los recuerdos y recordar sus participaciones en los duelos entre Pinchas y Triperos, expresar cuál fue el más especial y develar cuáles eran sus cábalas.
En diálogo con diario Hoy, el exdefensor del Pincha Rubén Agüero contó que “en la época nuestra el clásico era muy lindo porque la gente te lo empezaba a hacer vivir desde el lunes al partido, se jugaba domingo la mayoría de las veces. Todos los jugadores de Estudiantes o Gimnasia vivíamos por el centro de La Plata, ahora los chicos viven en un country o en Capital, viajan todos los días, no están tan en contacto con la gente”.
El clásico 100 que quedó en la historia
En torno a su choque más emblemático, rememoró: “El clásico que más recuerdo es el número 100, tuvimos la suerte de ganarlo con un tiro libre del Bocha Ponce. No me dejó patear por suerte, le pegó, hubo un rebote y descolocó al arquero Fernández, donde pudimos ganar con ese gol. Para la gente era muy lindo poder ir a la cancha, hoy lo van a tener que ver con televisión”.
“Le pedí patear al Bocha porque estaba lejos, él era encargado de patear junto a Alejandro Sabella los tiros libres. Era un caradura yo si me acercaba a querer pegarle, pero cuando estaba lejos sí, ellos me llamaban porque yo podía pegarle fuerte a uno de los palos para buscar un rebote para Trama, Gottardi o Gurrieri que eran los pescadores de los rebotes. En ese momento la cancha estaba mojada, difícil, se lo pedí y él me dijo que tenía mucha fe”, añadió.
“Me hubiera gustado pegarle porque más allá del partido con Gremio, ese clásico al ser el número 100 quedó en la memoria de todos los hinchas de Estudiantes de La Plata. Teníamos un buen equipo, había dos jugadores por puesto, todos querían jugar y nadie se lesionaba. Integré equipos campeones y a lo mejor hubiéramos ganado también en 1984 porque fuimos punteros toda la primera rueda y en la segunda decaímos porque teníamos muchas lesiones y suspensiones, seguramente hubiéramos logrado un campeonato para toda la gente”, completó.
Para finalizar, el Negro dio detalles sobre qué rito tenía previo a los encuentros: “Las cábalas las tuvimos siempre, en 1982-1983 las tenía con Marcelo Trobbiani, los días antes de los partidos, el venía y se tiraba arriba mío en la cama, nos comíamos siempre un chocolate que lo tenía que llevar yo. Antes de entrar a la cancha le daba un par de ligas, que eran para las medias, y Carlos Bilardo tenía que estar siempre delante de nosotros mirándonos cuando hacíamos ese cambio. Eso es lo que se extraña del fútbol cuando se deja de jugar, las concentraciones, los momentos previos, las cargadas, los nervios, un clásico platense es espectacular”, culminó.