palpitamos el clásico platense
El Turbo Vargas y la historia de los autos que regaló José Muñoz
Corría el año 2005 y al delantero uruguayo le tocó participar en la última goleada del Lobo contra el Pincha. “Había un auto de regalo por cada gol de diferencia”, admitió el delantero, quien se fue “manejando” de Gimnasia…
Historias de clásico, folclore y pasión. En el año 2005, hace casi 16 años, antes del último enfrentamiento entre Estudiantes y Gimnasia en 1 y 57, los equipos de la ciudad de midieron en el estadio del Bosque, siendo ese uno de los primeros clásicos con José Muñoz como presidente del Lobo.
Ya por aquel entonces se rumoreaba la salida de Gimnasia al estadio Ciudad de La Plata para jugar de local, pero el derbi 137 se festejó con mucha pasión en el Bosque.
El Lobo ganó con dos goles de Enría, otro de Goux y el último del Turbo Vargas, quien había regresado a Gimnasia.
Fue el último gran festejo del Lobo, pese a que luego llegó la victoria de febrero del 2010, mucho más cercana en el tiempo y también en 60 y 118.
En contacto con este diario, el exdelantero de Gimnasia recordó que la dirigencia había prometido un auto por cada gol de diferencia a favor del equipo, lo que llevó a los jugadores a querer seguir buscando más y más goles, aun cuando el choque parecía estar definido con un 3 a 1 a favor de los locales en el segundo tiempo.
“De aquella tarde recuerdo lo que era la tribuna, la gente, el ambiente. Creo que fue el partido donde más felicidad sentí dentro de una cancha. Me tocó jugar solo siete minutos, pero en ese tiempo pasó de todo. Tuve dos oportunidades para convertir y fallé, por suerte sobre el final se me dio la chance de convertir el último gol del encuentro”, recordó Vargas, quien conserva una gran afinidad por Gimnasia, más allá de algunas idas y venidas al momento de tener que alejarse definitivamente del club.
“Lo recuerdo y me sigo emocionando como si estuviera ahí, la sensación es única. Teníamos pactado como premio un auto por cada gol de diferencia que le sacábamos a Estudiantes”, sostuvo el jugador que formaba parte de un equipo que tenía a Claudio Enría en un momento inmejorable.
“Ese partido sirvió como remontada para el resto del torneo. Nosotros veníamos mal en la tabla y ellos muy bien. Fue una tarde soñada para todos y en lo personal cumplir con mi máximo deseo: jugar un clásico y convertir”, continuó Vargas.
Al momento de analizar el valor de la victoria por goleada y la repercusión que se generó luego de aquel triunfo, Vargas avaló la teoría de que una victoria en un clásico se recuerda para el resto de la vida.
“En el resto de mi carrera, no volví a vivir una sensación similar, ni siquiera en los otros dos clásicos que jugué”, completó, remarcando que el partido del domingo puede marcar un antes y un después para los jugadores que salgan a la cancha a disputar el choque entre los dos equipos de la ciudad.