El recuerdo del berissense que se trajo las Copas de Chile y Ecuador
Héctor Oscar Massa, nacido en Berisso y radicado en Los Hornos, fue asistente del Coco Basile en la Selección. Le contó al diario Hoy cómo jugaba aquel equipo, ganador de la Copa América en 1991 y 1993.
"Hacé de cuenta que la última Copa América la tengo en mi casa”, le dice a El Clásico don Héctor Oscar Massa. La charla con este hombre común, que cuenta con un puesto en la feria artesanal del Parque Saavedra, es una amenaza para los relojes. Cuando se pone a hablar de fútbol, y mucho más de la Selección, “Cacho” arranca y se va por las ramas. Es que tuvo el privilegio de participar como miembro del cuerpo técnico en el primer ciclo de Alfio Basile, a quien sigue frecuentando por su férrea amistad.
— Estuviste en la intimidad de los últimos dos seleccionados que trajeron la Copa América de Chile ’91 y Ecuador ‘93; ¿Qué pensás hoy?
— Que es todo un logro del Coco salir campeón en dos copas sin Maradona y sin Messi.
— ¿Estás viendo la Copa América?
— Vi todos los partidos, y acá estoy haciendo fuerza porque quiero entregar la copa (en su comedor cuelga el poster del vestuario campeón en Santiago de Chile. Observa la imagen y saca una de sus frases de café). Hacé de cuenta que la tengo en casa. Ya quise que la ganen los amigos Sabella, Gugnali y Camino, pero estuvimos cerquita. Esta Selección es superior al resto y está en condiciones de
ganarla, hasta sin Messi.
— ¿Qué recuerdo te viene de Chile ’91?
— Compartir con amigos como el Yacaré Echeverría, el Panadero Díaz, el Coco, ir a tomar unos mates a la habitación del utilero Tito Benrós, que se nos fue el año pasado. En Chile no había estado Mostaza Merlo porque viajó con un Juvenil.
— Qué raro que la Argentina y la Copa América se vengan negando tanto…
— Claro, la anterior había sido en el ’59. Desde entonces hasta hoy (si no contamos las dos que ganamos con Coco) serían 57 años clavados en los que no la pudo ganar ni Bilardo, ni Menotti, ni Bielsa, ni Passarella. Sólo se pudo con un técnico sin problemas, con un amigo de los amigos, con quien tuve la satisfacción de compartir aquella que se ganó después de 32 años en Chile y luego en Ecuador.
— ¿Cómo se ganaron?
— Con un muy buen fútbol y parejo. No volví a ver un seleccionado jugar como aquel en Chile, y el de los primeros partidos del Mundial de Estados Unidos. Con un Batistuta en su plenitud, con un Cholo (Simeone) en su esplendor, que recién arrancaba pero ya tenía mucha libertad para manejarse. No había un Maradona ni un Messi, pero hubo un Leo Rodríguez.
Destino reservado para pocos
Nacido en 1944 en una Berisso con ruido de frigoríficos, jugó en la 4º de Estrella y apenas subió a 1ª de la Liga.
Su frustrado sueño del profesionalismo, sin embargo, se cumplió por otro lado, con un destino reservado para pocos. Además de Basile, tuvo el privilegio de ser ayudante de campo de José Silvero (gracias a quien arrancó toda su trayectoria técnica), de Héctor Antonio y de Héctor “Nene” Rial.
“Luego arranqué a dirigir solo pasando por Cambaceres y las ligas de San Nicolás, Mendoza, La Pampa y Mar del Plata”, repasó.
Un infarto lo retiró del ambiente por la prohibición médica. Su última gran aventura fue el Mundial de Estados Unidos ’94. Desde hace muchos años se dedica a recolectar material deportivo (revistas, diarios, videos y hasta discos) que vende cada fin de semana con otras antigüedades.