Psicología en el deporte: el pedido de ayuda de la elite

Kevin Love, Michael Phelps y Andrés Iniesta son algunas de las grandes estrellas que confesaron sufrir ataques de ansiedad y depresión.

No importa la disciplina, hay situaciones que se tornan insoportables e inmanejables, y allí es cuando los deportistas más necesitan ayuda de un profesional. Durante muchísimo tiempo, la depresión fue un tabú dentro del deporte pero por suerte, desde hace mucho tiempo, esa ecuación cambió y la ayuda psicológica resulta determinante para superar estos procesos.

El fútbol, el más popular de los deportes, no es inmune. Según informes de 2015 de FIFpro, en Europa, el 38 por ciento de los jugadores en actividad padecían síntomas de depresión. “Los días pasaban y me daba cuenta de que mi situación no mejoraba. No me sentía bien, no era yo mismo. Todo era sombrío, lo veía todo negro” , comentó Andrés Iniesta hace unos pocos meses a modo de desahogo.

Son muchos los deportistas que tomaron la determinación de hablar del tema, otros no lograron hacerlo nunca. La presión de estar siempre acechando la cima, la necesidad de los patrocinadores de estar detrás de una estrella y que cumpla con sus expectativas, los representantes, la mirada de los fanáticos, la prensa que no mide comentarios, ni los buenos ni los malos, son todas cuestiones que van minando mentalmente al deportista.

“Venía de una temporada en la que fui un All-Star, All-NBA y gané una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres. Pero ignoraba por completo la oscuridad que estaba a punto de consumirme”, sentenciaba Kevin Love antes de pedirle ayuda a los especialistas.

Por su parte, Michael Phelps, para muchos el mejor nadador de todos los tiempos, fue contundente a la hora de contar su problemática: “Me encerraba en mi habitación. No quería nadar más, ni siquiera vivir más. En varias ocasiones llegué a pensar en el suicidio…”, dijo.

Es un mundo complejo al que se enfrentan los atletas de elite, pero muchos lograron gritar su verdad, se quitaron ese enorme peso y aprendieron a convivir con la enfermedad.

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