¡Que 20 años no es nada, Chirola!

El sábado, ante Belgrano, se cumplirán dos décadas del debut como profesional de Sebastián Romero, quien lo celebrará jugando y rodeado de su familia. “Es un orgullo que sea en Gimnasia y con mi hijo tan cerca”, soltó

A pesar de haber pasado veinte años, los refuerzos florecen de manera inmediata. Cerca de su hijo Tomás, quien juega en las divisiones inferiores del club, Sebastián Romero no titubeó cuando le preguntaron sobre el debut en Primera, aquel 10 de diciembre pero de 1996 ante Lanús. Carlos Griguol lo vio en una práctica de fútbol y un par de semanas después lo convocó para que ocupara un lugar en el banco de los suplentes e ingresara a los 28 minutos del segundo tiempo en lugar Gustavo Dueña, para intentar romper el 0 a 0 que finalmente terminó siendo inalterable. 

Este sábado, ante Belgrano, se cumplirán dos décadas de aquel partido, y el volante compartió con El Clásico sus sensaciones, en una semana repleta de emociones.  

—¿Cuando mirás para atrás afloran muchos recuerdos?

—Muchos, sobre todo los del equipo de 1996. Imposible no hacerlo con los jugadores que teníamos, sin duda fue el mejor Gimnasia que vi y me tocó integrar. Todo lo que practicábamos nos salía adentro de la cancha, fue una época hermosa. 

—¿Te acordás del debut?

—Sí, por supuesto. Fue todo muy rápido. Estaba jugando en Quinta y el Viejo Griguol necesitaba un enganche para el equipo suplente. Me mandó a buscar por su primo, Mario, y por suerte anduve muy bien en esa práctica. A las pocas semanas fui al banco y pude debutar. Tengo un agradecimiento eterno a Griguol.  

—¿Es especial que sea con esta camiseta y con tu hijo jugando en las Juveniles?

—Estoy feliz porque cumplo veinte años como profesional en mi casa, que es Gimnasia. El momento no es el mejor, porque venimos de perder, pero estoy feliz. Juego en el club del cual soy hincha, tengo a mi hijo cerca jugando en las Inferiores y lo puede ver; no puedo pedir más.

—¿Cuáles son las sensaciones con todo lo que te está pasando?

—Es muy lindo, es lo que siempre soñé desde chico. Cuando estaba en Infantiles pensaba en jugar en Primera y poder ayudar tanto afuera como adentro. Para eso estamos, me enseñaron. Son muchas cosas en estos veinte años, estoy muy feliz. 

—Además de Gimnasia, ¿qué otros equipos recordás? 

—Aquel seleccionado juvenil del Mundial de Malasia en 1997; fue como tocar el cielo con las manos. Salir campeón del mundo es lo máximo y estar seleccionado entre millones de jugadores era una satisfacción increíble. En Racing pasé cuatro años de los mejores, en una edad justa en la que aprendí muchas cosas. En el exterior maduré mucho, aprendí de todo. Estar lejos de la familia y conocer otras culturas te hace crecer. En Gimnasia, el equipo de 1998 también estuvo cerca. No tenía tanto juego, pero era muy bueno. 

—¿Qué diferencias hay entre aquel Chirola y el de hoy?

—La experiencia, el oficio. Ya no hago el carril (risas), pero tengo mucho más pausa y pienso  que a esta edad sigo haciendo lo que me gusta, es mi pasión. Por eso sigo. 

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