Un cuento Chino: construyó un castillo de ilusiones y lo derribó en un segundo

Como en las películas con final abierto que tienen como intérprete a Ricardo Darín, el partido de ayer de Estudiantes resultó un verdadero cuento Chino. El equipo jugó poco y batalló mucho. Salió del vestuario con cinco defensores y en seis minutos ya estaba perdiendo. Se recuperó rápido, por otra jugada personal de un joven como Tití Rodríguez, que como había ocurrido con Pellegrini contra Boca, peleó contra dos defensores para vencer al arquero rival. 

Aguantó, trabó y presionó. Se apoyó en Andújar y en la defensa. Pero en la última jugada del partido derrumbó de un soplido ese castillo de ilusiones que lo dejó en la puerta de meterse entre los ocho mejores de América. 

Como aquel que recibe una cucharada de su propia medicina de alguien que no lo quiere mucho, el Pincha sufrió a Gremio, que se robó la mística y forzó los penales en la última jugada. Sánchez provocó una falta innecesaria, y Luan le puso la pelota en la cabeza de Alisson, que definió de espaldas al arco. 

¿Estaba en condiciones de jugar de titular Facundo Sánchez? ¿Era necesario cambiar a ocho jugadores el viernes pasado en Córdoba? ¿Por qué el técnico sacó a los dos delanteros que arrancaron como titulares subestimando una hipotética definición por penales en Porto Alegre? 

Golpeados por la derrota, los jugadores del Pincha afrontaron la definición por penales. Patearon Rodríguez, Lugüercio y Noguera y erró Gastón Campi. Andújar no pudo atajar ninguno y los brasileños terminaron festejando una clasificación agónica. 

Estudiantes se fue de la Libertadores, pero dejó una imagen esperanzadora para afrontar la recta final de la Copa Argentina, a la que puede encarar con sobrada expectativa para poder ganarla.