Con el mejor de los recuerdos cuenta cómo fue el rodaje de la película que realizó en Colombia mientras analiza el presente de la cultura y la política.
Iztia, tango y cacao, de Flora Martínez, ya está en los cines con una participación clave de Gerardo Romano, quien en esta entrevista exclusiva cuenta detalles de la propuesta, además de reflexionar sobre el momento difícil de la cultura.
—¿Cómo te sentiste con Flora y con la convocatoria?
—Siento una nostalgia porque yo valoro los trabajos cinematográficos. Especialmente los cinematográficos que difieren de los teatrales y los televisivos. Pero los trabajos cinematográficos los valoro por cómo lo pasé en la filmación, por encima de todo, y porque fundamentalmente el resultado de ese buen o mal pasar que se refleja en el trabajo y en la filmación.
—Y cuando te llegó la convocatoria, te llamó Flora, ¿conocías el trabajo de ella? ¿Cómo fue un poco eso?
—Bueno, en realidad establecí el contacto con el productor, que es el marido de Flora. Sabía de Flora porque él me había hablado, él me conocía a mí por un par de trabajos televisivos, cinematográficos, y bueno, establecimos relaciones. De a poco, conversaciones que quedaban pendientes, que se retomaban, empatizamos. A mí me atraía Itzia y Colombia, y ya el hecho de ir a filmar una película con colombianos, en Colombia, y específicamente en Zipaquirá, a la cuna del realismo mágico, donde abrevó García Márquez, nada menos. Que es tan caro para los argentinos, los argentinos de mi edad hemos leído a García Márquez o no leímos nada.
—Y el realismo mágico, ahí lo mencionabas, momento clave, vital, puntual, poder estar en ese escenario debe haber sido maravilloso…
—Sí, y además el hecho de que uno asocia Colombia con Escobar Gaviria, con el narcotráfico, la mafia narco, el consumo del pueblo estadounidense, la proximidad y el nexo consumo-producción que entabla Colombia con los Estados Unidos, o mejor dicho, Estados Unidos con Colombia. Entonces, encontrarme con un proyecto cinematográfico que les tapa toda esa historia y que abreva profundamente el realismo mágico en este punto de encuentro del pueblo colombiano con su cine.
—¿Cómo fue la conexión con Flora? Ser dirigido también en su primera película como directora…
—Fundamentalmente, ser dirigido por una mujer, eso tiene una riqueza, tiene una mirada totalmente diferente, muy exigente. Flora pide las cosas porque lo ameritan, porque las quiere así, porque las cree así. Yo sé porque he hecho muchas películas, la dificultad y la dificultad de producir y dirigir, y hoy dirigir, porque Flora es directora y coproductora y actriz, hay un triple rol. Es una experimentada directora, a pesar de que creo que es su primera incursión. Sabe cómo tratar a los actores, cómo pedirles, cómo exigirles, porque es actriz de las buenas. Y José, bueno, le hizo la gamba, como decimos los argentinos, le hizo la gamba y sobre todo porque es una dificultad muy grande el área de competencia de una pareja afectiva, sumado a los imprevistos avatares de la producción, más la dirección, más la actuación. Así que para mí fue gratísimo estar en esa película y, te decía, tengo una enorme nostalgia a pesar del poco tiempo transcurrido, porque fue muy grato, fue muy bello. Y fue muy grande también la empatía con los chicos colombianos, los actores y los técnicos.
—La película tuvo su estreno en Colombia, tuvo varias nominaciones también a los premios del cine allá, pero finalmente se estrena en Argentina, que seguramente vos tenías ganas de que esto suceda. Pero bueno, se está estrenando en un contexto complicado, ¿cómo estás viviendo eso de poder estrenar y saber que también el cine, en este caso es una película, una coproducción colombiana, pero de poder estrenar algo en la pantalla sabiendo que al cine se le está pegando mucho en el último tiempo?
—Mirá, lo que está por encima de todo es el trasfondo trágico de vivir con un panelista de televisión que dirige los destinos culturales y sociales de la Argentina. Así que padecer el peor gobierno de la historia ya tiñe de una negritud, de una oscuridad, más cuestiones personales. Estoy saliendo de once días de internación, de una neumonía, más un Parkinson de fondo. Entonces es todo bastante complejo, pero a la vez me huyo hacia adelante.