entrevista exclusiva

“La llegada al tango fue por Piazzolla”

Así lo afirma uno de los fundadores del Quinteto del Revés, agrupación de tango que está próxima a editar su segundo disco y que se presenta el jueves próximo en la ciudad. Diario Hoy dialogó con su director y arreglador el recorrido y la vinculación con el nuevo tango argentino.

Espectáculos

17/09/2022 - 00:11hs

Un tango que llega desde el otro lado de la Cordillera. Una vena, un nervio tanguero que nace y se sostiene de manera casi inédita en suelo trasandino. El Quinteto del Revés surgió hacia 2010 y con poco más de una década y un segundo disco a editarse en estos días, han sabido hacerse de una impronta propia, una manera personal de entender el género. Conjugan clásicos de antaño y, sobre todo, grandes canciones de compositores argentinos contemporáneos y creaciones propias. Conformados por Rocío Acosta en violín, Rodolfo Jorquera en bandoneón, Felipe Muñoz en guitarra eléctrica, Diego Ortiz al piano y Rodrigo Ugarte en contrabajo y dirección. Es justamente Rodrigo quien responde a diario Hoy, a pocos dìas de presentarse en la ciudad, el jueves 22 a las 21 en la Asociación Profesional de Músicos (APM), 2 entre 46 y 47.

—¿Cómo es que surge el Quinteto?

—Surge bajo la idea de utilizar el tango como lenguaje creativo. De buscar un camino que pudiera reflejar un grado de identidad creativa, abierto a distintas influencias; entre ellas, formas de expresión que están ligadas a la identidad del territorio al que nosotros pertenecemos.

—Atado a lo anterior, es definitivamente llamativo que surja un quinteto tanguero en Chile. ¿Cómo explicarían ello?

—La verdad es que principios del siglo XX ya existían composiciones de tango hechas en Chile, principalmente en Santiago y en Valparaíso. Otro hito importante es el Sindicato de músicos que existió en Valparaíso, muy poderoso, durante la primera mitad del siglo. Eso significó que muchos músicos argentinos que provenían de orquestas se quedaran trabajando mucho tiempo en el puerto, como el caso del violinista Antonio Rodio o el Chula Clausi. Al día de hoy existen muchos clubes de tangos y algunas agrupaciones que, en general, se dedican al formato más tradicional del tango.

—¿Escuchabas o escuchaban tango en su infancia, en su casa familiar?¿Recordás ese primer llamado de atención que te vino sobre el género?

—El tango, como mucha música latinoamericana, siempre fue de escucha constante en las familias de casi todos los integrantes del Quinteto. Y si bien no era una música que habitualmente ejecutáramos es indudable que, sobre todo en la época de formación universitaria, la llegada al tango fuera por la música de Piazzolla.

—En su primer disco interpretan un clásico del Tape Rubin (Calle) quien es una referencia ineludible del tango contemporáneo. ¿Por qué esa canción y cómo ven, a la distancia, la figura de Rubin?

—Sin miedo a equivocarme es la primera música de un compositor del siglo XXI que yo me atreví a arreglar. Me parece fascinante la forma de contar en la poesía y lo común de lo que en su letra habla. De la historia común que tenemos los pueblos latinoamericanos. En el Facaff del 2019 hacer nuestra versión cantada por el mismísimo Tape.

—La escena del nuevo tango argentino ya tiene más de veinte años, tomando comienzos del siglo XX como punto de partida. ¿Cómo encuentran, cómo ven esa escena?

—Nos parece un movimiento que refresca a la propia identidad y que generan la tensión necesaria, que tiene que existir para que una tradición se mantenga viva. Este choque entre lo de siempre y lo por venir. El tótem y lo rupturista. Este viaje es la oportunidad de abrazar a tantos amigos que por esos pagos nos han acompañado y alumbrado el camino.

Clásicos y contemporáneos

De tango y otras cicatrices se llama el nuevo disco del Quinteto y diario Hoy pudo acceder a una escucha exclusiva. Y de algún modo amplía el campo de acción, lo amojonado ya en aquel disco debut, Tangos de porfía (2018).

Plagado de matices y buenos arreglos, es capaz de ir desde los momentos más puramente tangueros hasta casi romper genéricamente la canción. Está claro que el timbre del Quinteto –piano, contrabajo, guitarra eléctrica, bandoneón y violín- dirige hacia allí la búsqueda, pero no todo acaba ahí. Hay canciones, por ejemplo, Zamba para que sí, que se corren del 2x4 y se vuelcan hacia otros matices. La gran versión de algunos clásicos que se mandan, por caso; Sónico (Eduardo Rovira) y Garúa (Cadícamo/Troilo). Hay en ello una propuesta audaz, jugada, interesante. O todo lo que sucede en Que o la tumbe serás, con sus aires de milonga, de candombe, de murga. Por búsquedas y estéticas afines se podría pensar al Quinteto en diálogo con, por ejemplo, dos quintetos de peso: Bataraz y Astillero.

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