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La artista platense reflexionó sobre su más reciente obra en diálogo con diario Hoy.
13/06/2022 - 00:00hs
Lali Varveri se formó como artista y fotógrafa. Recientemente presentó su trabajo denominado Música en los ojos, una producción artística que conjuga su recorrido entre las imágenes y la música.
Durante una entrevista con este multimedio, la artista platense reflexionó sobre su carrera, su trabajo reciente y su futuro.
—Si tuvieras que describirte, ¿te sentís más fotógrafa o más artista? ¿Cómo te podés definir?
—Más heterogénea. Los procedimientos artísticos están al servicio de la obra o de lo que se esté por decir, entonces si bien trabajo más como fotógrafa, por una cuestión de oficio, también pinto y trabajo con grabado, ilustraciones y objetos. Entonces, en realidad creo que es más heterogéneo.
—¿Cómo se dio la mezcla de las actividades artísticas? ¿Estaba todo separado y en un momento se junta o pudiste hacerlo desde el comienzo?
—Estaba separado, o en realidad yo estaba experimentando con una forma de hacer obras. En la medida que vas conociendo y encontrándote con otros, descubriendo diferentes técnicas y cambiando esa idea bastante vieja del tecnicismo o del renacimiento, ahí empezás a darte cuenta de que los límites se desdibujan y que eso es lo más interesante. Entonces, se trata de empezar a ver por dónde va y qué necesita la obra, en esta dialéctica entre la materia y la idea.
—Sería un poco mezquino que uno tenga inquietudes o virtudes y no se pongan al servicio de la obra…
—Claro. Igual es todo respetable. Hay gente que se dedica exclusivamente a algo y está buenísimo porque se vuelven especialistas. En mi caso, voy indagando según lo que me llama más la atención.
—¿Cómo arrancó tu carrera?
—Arranqué pintando y dibujando, y de a poco empecé a meterme en el ambiente artístico de La Plata conociendo otras disciplinas y a otras personas, que estaban produciendo en ese momento en la ciudad. Ahí nomás me anoté en la Facultad de Artes, que me abrió muchísimo más la cabeza. Si bien hay que estar muy atentos a que no te genere un techo, para mí es cierto que conocer a todas esas personas, no solamente docentes sino también compañeros que vas cruzando en los pasillos y demás, hace que empieces a descubrir otros mundos que hacen que vos también crezcas. Mientras estaba produciendo pinturas, grabados y dibujos, empecé a trabajar con la fotografía, un poco más desde el lado del oficio, con la productora Caminar de Elefante. Un poco crecimos juntos, ellos como productores y yo haciendo registros fotográficos primero y después audiovisuales, de los shows que producían. De todo eso pasaron ya más de 10 años.
—El 26 de marzo estuviste presentando Música en los Ojos, ¿de qué trata?
—Música en los Ojos fue un cierre porque, como te decía, fue esto de experimentar con el grabado, con el collage, con la pintura, mientras que de repente iba haciendo un registro o iba yo también creciendo como fotógrafa en estos shows musicales. En algún momento me di cuenta de que la música atravesaba todo lo que yo hacía desde diferentes lugares. Entonces, me pareció oportuno en el momento que fue plena pandemia juntar todo esto, elegir qué es lo que yo creo que es mejor y hacer una presentación con obras que van desde el 2009 hasta hoy, editar un catálogo de fotos de todos estos shows y presentarlo. Yo justo me encontraba trabajando con otros temas, empezando un proyecto personal que nada tiene que ver con el tema de la música. Entonces, me parecía que estaba bueno poder armar una exposición y cerrar este gran proyecto o este gran tema, si se quiere, que me acompañó durante toda mi carrera, durante mucho tiempo. Lo presentamos primero en Buenos Aires, en Casa Tinta, que es un espacio cultural y gastronómico en Villa Crespo. Después, de la mano de Diego Mártez, que es uno de los músicos que me acompañó todo este tiempo, se produjo la muestra en la que tuve la suerte de que nos acompañaran varios músicos y músicas.
—Fue un cierre, pero también como una apertura, porque cuando uno cierra también empieza a abrir otros caminos. ¿Eso quedó plasmado en un libro? ¿Ese libro se puede conseguir?
—Ese libro se agotó.
—¿Esperabas que pase eso?
—No. Hice pocas copias. La verdad es que lo edité de manera independiente y fue una prueba. La verdad es que no esperaba que la gente quisiera tener ese libro. Pero sí, se vendió. Y ahí está en el tintero a ver si se edita de nuevo o no. Fue una linda sorpresa.
—¿Cómo sigue ahora esto?
—Ahora estoy trabajando en un proyecto personal que se llama Punto y aparte, pero sigo, que investiga sobre la muerte, sobre la ausencia, sobre la presencia. Es un proyecto fotográfico de apropiación porque agarré fotos de mi familia; trabajo con el álbum familiar y hago reencuadres y distintos tratamientos trabajando sobre estos espacios que hay en la fotografía. De repente un recorte puede expandir la foto y te comunica mucho más que cuando la ves. Y por lo menos para gente de mi edad o más grande, todos tenemos más o menos el mismo registro de la fotografía familiar, de la fotografía esta vernácula que no es más que un registro de un momento en un contexto determinado. Está recién empezando, hay un boceto de un posible foto-libro y estoy trabajando en ampliar un poco más la obra en relación a esto.
—¿Tenés idea de por qué vas a buscar el albúm familiar? ¿Es consciente en su trabajo o era una necesidad que estaba dando vueltas y apareció ahora?
—En realidad, cuando me recibí en la facultad de Artes, hice un trabajo que se llamó Lazos de sangre. Se trató de una instalación que tenía que ver con la identidad familiar y eran telas sublimadas. Y también, cuando empiezo a indagar en el tema de la música, me doy cuenta de cómo crecí con el arte en mi familia. O sea, mi papá escuchaba un tipo de música y mi mamá otra, mis hermanos otra, mis primos hacen música; y de repente escuchaba desde Atahualpa hasta Queen, Los Redondos y Madonna. Creo que la música en mi familia fue una cuestión muy importante en la construcción de mi identidad para hoy yo estar donde estoy escuchando la música que escucho y la obra que hago.