La española protagoniza una de las series que
recuperan el rol de las pioneras trans y en breve
la veremos en la nueva película de Daniel Burman.
Desde hoy puede verse en Atresplayer Internacional Vestidas de azul, continuación de Veneno, que aborda la realidad de las personas trans en los años 80, una época hostil para un colectivo expuesto y minoritario, a través de las vidas de las seis protagonistas del documental.
Penélope Guerrero encarna a Nacha, una de las icónicas mujeres, y hablamos con ella sobre la serie y sobre Transmitzvah, la nueva película de Daniel Burman, presentada en el reciente Festival de Cannes, que mezcla identidad religiosa y cultural con la de género.
—Finalmente llega a Latinoamérica Vestidas de azul...
—Ha sido como una segunda pasada, ha acabado aquí en España y bueno que el hecho de que llegue ahora tantos lugares del mundo... al fin y al cabo es un proyecto que hicimos con mucho cariño, con mucho cuidado y creo que además es bastante necesario porque se tocan temas que creo que todo el mundo debería de conocer. Así que superemocionada de que después de haber visto la luz en España esté más allá.
—¿Qué te pasó cuando te dijeron: “Vamos a hacer una serie sobre Vestida de azul y vos vas a ser Nacha”?
—Yo ya conocía el documental de hace mucho tiempo y también soy mi amiga de Valeria, que escribió justamente un ensayo sobre este documental, por lo tanto, ya tenía conocimiento sobre el mismo y conocí a todos los personajes. Y supercontenta además de que haya sido con Nacha, porque lamentablemente es una de las únicas que sigue viva y que todavía puede informar, contar su historia y eso la verdad es que enriquece mucho todo el proceso de creación del personaje, porque bueno, tenía también todo su apoyo.
—¿Es la primera vez que te toca encarnar a alguien en una biopic que está vivo? ¿Se siente presión?
—Sí, evidentemente, porque lo último que quieres hacer es faltar el respeto o defraudar a la otra persona, por lo tanto, para mí era bastante importante poder tener esa toma de contacto directa con ella y trabajar varias cosas. Es cierto que luego, al final, hay muchas cosas que a pesar de que se trabaja en un principio, dependiendo de quién se trata. En este caso estamos hablando de mujeres que eran completamente desconocidas y realmente el único material que teníamos de todas ellas era este documental, en algún programa de televisión, o en alguna película. Por lo tanto, en este caso concreto es que es cierto que muchas cosas y que también, dependiendo en este caso en el de Nacha, ella desde siempre y como forma de protección ha tenido una coraza que sigue manteniendo al día de hoy, bastante fuerte. Y bueno, pues, tratamos en el proyecto de alguna forma ver que pudiéramos irradiar y ver todo lo que había debajo de ella y que le cuesta mucho mostrar y enseñar al mundo. Yo creo que de alguna forma u otra lo conseguimos y ella también, y está muy contenta con el resultado.
—Has realizado algunos proyectos muy interesantes y en uno, Sky rojo, compartiste trabajo con Lali, ¿cómo fue el contacto con ella, el rodaje, cómo lo vivían?
—Fue con la pandemia de por medio, o sea que fue bastante complejo, pero tengo unos recuerdos hermosos, la verdad. Sobre todo por las compañeras y por el equipo que éramos, nos llevábamos superbién y disfrutábamos mucho del día a día y del trabajo y conocer a Lali fue maravilloso.
—El estreno en Atresplayer, Vestidas de azul, coincide con que acá en Argentina esta semana se estrenó la serie biográfica sobre Cris Miró, que está protagonizada por una compatriota tuya, Mina Serrano. Y coincide también con la visibilidad que los medios y las plataformas están haciendo, recuperando historias de íconos que sirvieron como de punta de lanza para que después muchas otras chicas pudieran tener su lugar en el medio. ¿Vos creés que es una casualidad que en este momento en donde hay avances en contra de derechos y conquistas de la comunidad trans LGTB, que en este momento se las visibilice a través de la televisión puede ayudar a que justamente esos ataques se puedan disipar o que haya gente que pueda concientizarse de otra manera, más allá de que lo que comunican los noticieros?
—Conozco a Mina porque justo cuando ella estaba rodando la serie yo estaba rodando Transmitzvah. Creo que la industria audiovisual sirve para ver y reflejar realidades, y a través de estas herramientas se les puede dar un poco más de peso y se pueden explicar de una forma más empática para que la gente pueda comprender lo que estas mujeres, a lo largo de la historia, hicieron para poder sobrevivir.
Creo que tal y como está ahora mismo la situación a nivel mundial, e incluso en Europa, la ultraderecha está empezando a abarcar muchísimo territorio y además desde un diálogo de odio que es bastante contundente. Es bastante claro que no se esconden y no tienen ningún tipo de preámbulo a la hora de tratar de tener un poco de tacto con este tipo de colectivo, con la mujer en general. Creo que es lo que tiene el hecho de exponer de una forma tan pública una realidad que a mucha gente incomoda, al final lo que crea es miedo, pero justamente creo que estos proyectos lo que hacen es normalizar, y dar a ver que no hay que tener miedo hacia alguien, sobre todo por su identidad y la orientación sexual.
Veo las noticias, el periódico y veo cómo hay políticos tratando de revertir todo lo que hemos ganado durante todos estos años y derogar leyes, que lo único que quieren es proteger los derechos de personas que llevan mucho tiempo careciendo de esos derechos y terminan muriendo. No logro comprender por qué está sucediendo, ni tampoco dónde va a llegar esto.
—Contame un poco, ¿cómo llegaste a Transmitzvah y cómo fue el vínculo con tus compañeros?
—Pues, con Daniel Burman fue espectacular, la verdad. El papel me lo ofrecieron directamente, buscando a una chica que cantase y que bailase y yo, pues, cumplía con toda las expectativas que ellos tenían y vino Daniel desde Buenos Aires a conocerme. Ha sido yo creo que la mejor relación que he tenido con director o directora en todo el camino y todo el recorrido que llevo como actriz. Es cierto que me he encontrado con otras personas que también me han enriquecido muchísimo y me ha ayudado un montón a sacar todo lo que tengo dentro, que en el set a veces es complejo, porque hay muchos estímulos a tu alrededor. Pero con Daniel fue otro nivel, porque al fin y al cabo, pues, no dejaba estar a kilómetros de mi casa con muchísimas horas de diferencia. No tenía allí ningún familiar, ningún amigo, ni nada y él realmente se comportó conmigo como un padre para mí, ha sido una relación bastante paternal, y me ha cuidado como nadie lo ha hecho en la industria durante todos estos años. Me ha tenido en cuenta todo el rato, me ha incluido incluso dentro de su propio círculo familiar y la verdad es que estoy supercontenta, superagradecida porque creo que además se trata un tema un tanto peliagudo. Él además ha tenido toda la generosidad del mundo para darme rienda suelta y una carta totalmente amplia a la hora de modificar secuencias o modificar textos del guion. O incluso añadir nuevas funciones que me estaban planteadas.
Y con mis compañeros, fenomenal. Es cierto que realmente he trabajado con ellos, pero tengo mucha frecuencia donde estoy yo totalmente sola, entonces, pues, al final hemos estado coincidiendo y muy bien. Gustavo Basani es un tío bastante guay y muy divertido, y con Juan Minujín también, hacía de mi hermano y bueno, pues llega un punto en el que tienes un poco como esa complicidad con él.