Alarma por una estación espacial china fuera de control

Los científicos creen que caerá en el océano a principios de marzo, sin embargo hay un 10% de posibilidades de que se estrelle en una zona poblada

La mayor amenaza sobre la Tierra a corto plazo está pronosticada para principios de marzo: se trata de una estación espacial china que desde hace meses está fuera de control y en caída libre sobre el globo. Pero para mayor estupor, nadie sabe a ciencia cierta cuándo ni dónde caerá “Tiangong-1” o el enorme trozo de basura espacial que quedó de ella.

Los científicos han estado analizando la problemática e intentaron pronosticar dónde podría impactar, pero solo han podido reducirlo a un área entre los 43 grados norte y los 43 grados sur. La mayor parte de esa área está cubierta por el océano, pero aún hay una probabilidad de 1 en 10 de que los escombros aterricen en un área poblada.

La estación espacial pesa unas ocho toneladas y, aunque gran parte del material se quemará debido a la fricción con la atmósfera de la Tierra, se espera que miles de kilos de dese­chos sobrevivan al reingreso. Al no poder controlar dónde o cuándo volverá a ingresar el aparato, es imposible predecir la ubicación exacta en la que aterrizarán los escombros; y cuando finalmente comience a caer, los científicos tendrán muy poco tiempo para predecir el área de impacto.

Un incidente similar en el país

“Tiangong-1”, que significa “palacio celestial”, fue sede de varias misiones y expediciones de astronautas chinos, pero su viaje monitoreado finalizó en 2016, fecha en la que la agencia espacial asiática reveló que habían perdido comunicación con la nave.

Esta no sería la primera vez que un peligro similar amenaza los cielos y la Tierra. De hecho, la Argentina sufrió el impacto de los restos de una estación espacial rusa en la madrugada del 7 de febrero de 1991. El destello de fuegos y los trozos incandescentes que se divisaron en el cielo eran de la “Saliut-7”, que había sido un cilindro metálico de 14 metros de largo y 4 de diámetro, de acero y aluminio. Sus fragmentos se desperdigaron en San Juan, Santa Fe, Entre Ríos y Chubut, entre otros puntos. La pieza más grande cayó en Capitán Bermúdez, cerca de Rosario, en el patio de una humilde vivienda.

Noticias Relacionadas