El dramaturgo y poeta francés Alfred Jarry tenía una tenaz vocación por la literatura.
Dedicó sus 33 años de vida a demostrar que las excepciones son más importantes que las leyes, y que las soluciones que valen son las imaginarias. Su nombre, Alfred Jarry. Tenía una tenaz vocación por la literatura. Dos de sus personajes, el panzudo Rey Ubú y el extraño doctor Faustroll, dejaron sentadas las bases de una doctrina llamada “patafísica”. Sobre esas bases nacieron el dadaísmo y el surrealismo.
En Buenos Aires, Eduardo Bergara Leumann encarnó al mítico Rey Ubú y se identificó con el humor, la crueldad y la inocencia de Jarry. Pero el argentino que más lo difundió fue Julio Cortázar, quien dijo: “En mi caso, el fecundo descubrimiento de Alfred Jarry fue fundamental en mi búsqueda personal de una literatura al margen de todo realismo ingenuo”.