CULTURA

Topo Gigio el muñeco más querido de la televisión argentina

Medía 22 centímetros, tenía pelo hirsuto, ojos redondos y grandes orejas. Fue una marioneta que se ganó el corazón de niños y padres en los minutos previos al horario de protección al menor.

Aquella noche de 1968, los productores de La galera, el programa televisivo conducido por el uruguayo Juan Carlos Mareco, apostaban todas sus fichas a Ornella Vanoni. Sin embargo, el gran éxito del programa –sus 21 puntos de rating– fue gracias a un número que iba a ser solo de relleno: un diálogo entre el conductor y una marioneta, el Topo Gigio.

Fue creado a comienzos de 1958 por la artista italiana Maria Perego, quien llegó a consolidarse como una precursora de la pantalla chica. Luego de colaborar durante algunos años en el teatro de marionetas, en la década del 50 puso en juego una idea de inusitada originalidad: decidió emplear títeres en lugar de dibujos animados. Así nació, en primer lugar, el personaje Picchio Cinnochiale, inspirado en el Pájaro Loco, y más adelante el Topo Gigio, probablemente basado en la figura estelar de Walt Disney, Mickey Mouse. “Gigio” es el diminutivo, en dialecto veneciano, de Luigi, “un nombre que elegí por ser lo suficientemente común”, contó Perego en una entrevista.

El primer país de Latinoamérica donde tuvo notable éxito fue en México, donde permaneció en horario prime time durante mu­chísimo tiempo.

El Topo Gigio se transformaría en un fenómeno de escala planetaria. Su creadora logró que el simpático ratón se desplazara a través de animadores vestidos de negro que, camuflados por una escenografía de fondo oscuro, escondían sus movimientos, otorgándole al muñeco un gran realismo en la expresión de sus gestos. El más recordado, sin dudas, sería la tierna caída de sus ojos, cuando lo alcanzaba el remordimiento o la tristeza de su propio relato. Según Perego, el Topo Gigio era básicamente “un personaje ingenuo que, con optimismo, intentaba justificarse, inventar y conducir hacia la fantasía y el absurdo”.

En todo el país y más allá

Luego de alcanzar la cúspide del reconocimiento televisivo, el programa devino en un ciclo que tuvo su propia obra teatral y recorrió todo el país. También hubo un disco en el que el Topo susurraba algunas canciones. Además, formaría parte de Casino, un espectáculo presentado por canal 13 a comienzos de la década de 1970; y más tarde aparecería en Hiperhumor, un programa que canal 9 emitió entre 1986 y 1987. Pero el éxito del Topo Gigio no era de cabotaje, ya que llegó a ser un número contratado por el show televisivo más visto de los Estados Unidos, el de Ed Sullivan.

“Hasta mañana, si Dios quiere, que descansen bien, llegó la hora de acostarse y soñar también, porque mañana será otro día, hay que vivirlo con alegría”, rezaba el Topo Gigio en una de sus canciones. Como si los chicos y chicas que lo escuchaban religiosamente antes de irse a dormir necesitaran el consejo de un amigo cariñoso que, además de compartirles sus historias, los formaba y aleccionaba para entender mejor el mundo real.

Se necesitaba poco: que la luz de los focos lo iluminara estrictamente a él y de costado. Todos los monólogos los decía desde un diminuto escenario detrás del cual, arrebujados en capuchas de terciopelo negro, se instalaban sus manipuladores. Había una gran sincronización entre voz y ­movimientos. En vano han sido los intentos de reinventar su ­ternura y curiosidad, como si los personajes con semejante éxito estuvieran condenados a triunfar solo una vez.

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