cultura

Inodoro Pereyra, el gaucho más famoso de la historieta argentina

Durante más de 30 años, este paisano indoblegable creado por Fontanarrosa nos hizo reír a carcajadas, pasando merecidamente de la historieta a la historia.

Inodoro Pereyra, El Renegáu, surge tanto desde el argumento como la imagen como una parodia de un arquetipo argentino: Martín Fierro, el gaucho perseguido por la Justicia. Roberto Fontanarrosa, hombre de ciudad, armó su personaje con elementos de la gauchesca que le llegaron por tradición literaria u oral, sin conocimiento personal. “Cuando largan la revista Hortensia, me conectan para que yo empiece a publicar ahí”, explicó Fontanarrosa en un reportaje. “Lo que para mí fue una maravilla, porque era una posibilidad de enviar material y tener contacto con el Negro Crist. Ahí entonces, en el año 1972, le mando una carta a Crist con un dibujo hecho en el reverso de unos posters que yo tenía directamente a tinta, que le puse Boogie, el Aceitoso, pero que podría haberle puesto cualquier otro nombre, porque yo no pensaba seguir con eso. El Negro se lo pasa al Gordo Cognini y se publica”, recordó el escritor rosarino. La primera tira la firmó como RAF (Roberto Alfredo Fontanarrosa). Recuerda Crist: “Qué notable el Negro, porque dibujaba más con la influencia de Castagnino que de Hugo Pratt. Entonces, con un tipo del talento de Fontanarrosa, nos dimos inmediatamente cuenta de su proyección. Todos sabíamos que era un tipo de talento, lo que no sabíamos era que tenía tanto”.

Cuando le preguntaron al “Negro” Fontanarrosa qué era lo que más lo atraía de Hortensia, sintetizó: “Es una revista pobre y no le da vergüenza: aun así está llena de talento”. En esas páginas don Inodoro levantó su rancho. Comenzó solo y errante, pero después apareció Eulogia, inspirada en la protagonista de la zamba La Pomeña, e inmediatamente después, el fiel Mendieta –hombre aperrado o perro humanizado–, compañero de aventuras y principal interlocutor del gaucho. Lo cierto es que con Mendieta se consolidó la forma dialogada de la tira. El paisaje campero se fue completando con la bandada de loros, el cerdo Nabucodonosor II y un grupo de caciques ranqueles con nombres ilustres.

En la década del 70, la revista Hortensia, dirigida por Alberto Cognini, comenzó a distribuirse en Buenos Aires, cobrando una gran popularidad y logrando que el humor cordobés, siendo local en extre­mo, rompiera la barrera del provincianismo, cambian­do para siempre la cara al humor argentino. En el primer tramo de Inodoro Pereyra, el dibujo era de tinta muy liviana, abierto y expresivo, seguía el modelo del ilustrador clásico del Martín Fierro de los años 60, Juan Carlos Castagnino, que había popularizado en todos los hogares argentinos la edición de Eudeba, de la cual se ­vendieron cientos de miles de ejemplares.

El “Negro” lo hizo de nuevo

Con el paso del tiempo, Inodoro Pereyra dejó de ser una sátira exclusiva del Martín Fierro para extenderse a todas las manifestaciones de la literatura gauchesca. Al retomar elementos del cancionero folclórico, la jerga festivalera y el radioteatro, Fontanarrosa fue construyéndole un lenguaje propio a su héroe.

El humor de Inodoro es irresistible, pero lo que le otorga genuina originalidad y trascendencia, según Liliana Heker, “es que está atravesado por el absurdo, por la impiedad, por una mirada capaz de descubrir lo grotesco, pero también lo bello o lo grandioso detrás de situaciones mínimas”. ¿Cómo logró eso? No hay una respuesta satisfactoria. El filosófico Mendieta hubiera exclamado: “¡Que lo parió! El Negro lo hizo de nuevo, pero ¿cómo lo hizo?”.

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