Argentinas lograron un producto antimicrobiano con yerba

La solución obtenida fue utilizada como medio de cultivo para dos bacterias que pueden ser muy perjudiciales para la salud humana. Ninguna de ellas pudo reproducirse normalmente

La química sustentable, también llamada “verde”, es una nueva metodología orientada a buscar nuevas formas de síntesis de materiales cuidando tanto la ecología como la salud de los seres vivos. En estas líneas, científicas argentinas, quienes trabajan para el Conicet, publicaron en una prestigiosa revista internacional los resultados de sus investigaciones. 

Su último trabajo versa sobre la obtención de una sustancia antimicrobiana a partir de algo tan común para los argentinos como es la yerba mate.

Como la idea no era utilizar el alimento, se empleó para esta investigación el residuo del mate, es decir, la yerba usada o “lavada”. Así se separó un extracto líquido verdoso filtrado, que consiste en lo que se bebe del mate y, por otro lado, el residuo sólido equivalente al que se tira a la basura luego de tomar. 

“Se obtuvo una solución de color verde más clara pero que aún así conservaba los compuestos del producto que nos interesaban, como vitaminas, minerales y antioxidantes”, cuenta Romina Arreche, becaria posdoctoral del Conicet y primera autora del trabajo. 

A su vez, esa sustancia fue puesta en contacto con un elemento químico que se llama sal de plata que inhibe el desarrollo de virus, bacterias y hongos. La solución obtenida fue utilizada como medio de cultivo para dos bacterias que pueden ser muy perjudiciales: Escherichia coli, que normalmente habita el intestino del humano y algunos animales pero que posee algunas cepas nocivas para la salud; y Staphylococcus aureus, en general responsable de causar infecciones en la piel. Lo que sucedió fue que ninguna de las dos pudo reproducirse normalmente.

“Las propiedades antimicrobianas de la plata se conocen desde hace mucho tiempo, y de hecho hay investigaciones que prueban la obtención de sus nanopartículas a partir de extractos, pero ninguna lo había hecho con yerba”, relata Patricia Vázquez, investigadora principal del Conicet, y continúa: “La idea fue precisamente acudir a un producto de altísimo consumo y cuyo residuo se tira de a toneladas, es decir que es muy fácil de conseguir sin costo alguno”. 

Las científicas aventuran posibles aplicaciones del producto antimicrobiano en telas y pinturas, para lo cual será necesario avanzar con científicos de otras áreas. “Se puede pensar, por ejemplo, en la utilidad que tendría incluir estas nanopartículas en la confección de camisones o sábanas de hospitales, o en revestimientos para las paredes de un jardín de infantes”, concluyen.