Captan imágenes del enigmático gato de cabeza plana en Tailandia
Casi tres décadas de ausencia convirtieron a este animal en un fantasma para la ciencia.
CIENCIASe trata de un fenómeno natural peligroso, silencioso y que cada temporada vuelve a ser protagonista involuntario de rescates.
28/12/2025 - 00:00hs
Comenzó el verano y muchas familias eligen como primera opción el mar argentino, donde existen diferentes propuestas y a la vez diversas alertas para tener en cuenta para que todo salga de la mejor manera.
Una de esas alertas tiene que ver con lo que se considera el peligro invisible del verano, la formación de ‘chupones de mar’ que sorprenden a los turistas en las playas argentinas.
Así lo explica Alejandro Mittica, guardavidas, profesor de Educación Física y periodista deportivo que tiene una gran trayectoria en el ámbito acuático y ha participado en numerosos rescates y situaciones de emergencia, lo que me permitió adquirir una profunda experiencia en la identificación de corrientes de resaca, conocidas popularmente como chupones de mar, y en las maniobras seguras para asistir a quienes quedan atrapados en ellas.
“Son invisibles, silenciosos y pueden aparecer incluso en un día de sol perfecto. No rompen con estruendo ni avisan; simplemente están ahí, esperando a que alguien entre sin saberlo. Los bañistas los conocen como chupones de mar. La ciencia los llama corrientes de resaca. Y cada temporada vuelven a ser protagonistas involuntarios de rescates, sustos y tragedias evitables”, explica el profesional.
Y amplía: “Cuando miramos el mar desde la arena, solemos guiarnos por lo que vemos en la superficie: olas más grandes, espuma acumulada, agua transparente o incluso una franja tranquila que parece segura. Esa apariencia calma, muchas veces, es justamente el primer engaño: los chupones suelen nacer en lugares donde las olas no rompen, donde el mar parece planchado, como si invitara a entrar. Pero debajo de esa calma se esconde el verdadero fenómeno. El origen del chupón: cuando el mar necesita escapar”.
Para entender la formación de estos peligrosos corredores, hay que imaginar cómo trabaja el mar en la playa, ola tras ola. Cada ola que rompe empuja agua hacia la costa. Ese empuje constante hace que, en la zona de rompiente y cerca de la orilla, el nivel del agua quede apenas más alto que unos metros más mar adentro. Es casi imperceptible a la vista, pero suficiente para generar un desequilibrio.
Para evitar caer en un chupón se recomienda: Elegir playas con guardavidas y respetar sus indicaciones, observar dónde rompen las olas y evitar los sectores donde parecen “cortarse”.