Científicos que detectaron las ondas gravitacionales ganaron el Nobel de Física

El trabajo realizado por tres investigadores norteamericanos confirma una teoría de Albert Einstein de hace un siglo. Un nuevo hito en la historia de la Astronomía   

Albert Einstein tenía razón, hace casi un siglo, cuando en un manuscrito de su autoría predijo la existencia de las ondas gravitacionales. En septiembre de 2015 tres científicos estadounidenses, Reiner Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, lograron corroborar su teoría. El trabajo publicado a principios del año pasado por estos físicos consiguió captar la huella de la fusión de dos agujeros negros.

¿Pero qué son las ondas gravitaciones por las cuales la Academia Real Sueca les otorgó el premio de la edición 2017? Estas ondas se crean cuando las masas se aceleran, y al hacerlo comprimen y estiran el espacio-tiempo. Esto sucede, por ejemplo, cuando las estrellas explotan al final de su vida o cuando chocan dos agujeros negros. 

Al respecto, el astrónomo y director del Planetario Ciudad de La Plata, Diego Bagú, ofreció una explicación más didáctica a diario Hoy: “Imaginemos que el espacio es la superficie de un lago y que un agujero negro es una simple piedra que podemos tener en nuestras manos. Si tiramos esa piedra al lago, veremos la formación de ondas que se propagan por sobre el agua. Pues bien, si en lugar de la piedra tengo un agujero negro con cierta aceleración, la Teoría de la Relatividad General predice que se formarán ondas a lo largo del espacio, producidas como consecuencia de la aceleración del agujero negro y de su gravedad. Ya no ondas de agua en el lago, sino ondas gravitacionales a través del espacio”.

Según la teoría, todo cuerpo acelerado emite este tipo de ondas, que son más intensas cuanta más masa tenga el cuerpo. Por lo general, las ondas gravitacionales suelen ser tan débiles que Einstein no creía que pudiesen medirse. Pero entonces, ¿cómo lograron medirlas los estado­unidenses ganadores del premio?

“Lo que han hecho es colosal”, refirió Bagú, “realmente es muy merecido el premio”. “Ellos crearon un elemento de medición, un proyecto con grandes tubos, de cierta longitud en el que existen espejos, láseres y detectores, que permitieron observar las ondas. Les llevó nada más y nada menos que 15 años construirlo”, sintetizó. 

Así, el 14 de septiembre de 2015 a las 5.51 en Washington, Estados Unidos, los detectores gemelos del Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO, por sus siglas en inglés) registró las ondas por primera vez. 

Cabe destacar que LIGO es una colaboración en la que trabajan más de mil científicos de 15 países, varios de ellos argentinos, como la cordobesa Gabriela González, vocera en el momento en que se dio a conocer el hallazgo, y Mario Díaz, director del Centro para la Astronomía de Ondas Gravitacionales de la Universidad de Texas del Valle de Río Grande.

“Es la mayor corroboración astronómica de una Teoría de la Relatividad”, afirmó Bagú. ¿Y cuál es la importancia de esta detección para la ciencia?, se le preguntó. “Para poder estudiar el cuerpo humano, por ejemplo, primero nos valíamos de nuestros ojos, después de una lupa, más tarde de los rayos X para poder ver los huesos. Del mismo modo, LIGO nos brinda la oportunidad de analizar el universo desde otra perspectiva”, argumentó.       

Un experto del Conicet descubrió un verdadero “spinner de estrellas”

Manuel Fernández López, investigador adjunto del Conicet en el Instituto Argentino de Radioastronomía, dedicado al estudio del proceso de formación de estrellas desde hace 12 años, realizó un importante descubrimiento en el sistema solar denominado SR 24, ubicado a 400 años luz de la Tierra.

El SR 24 es un grupo de tres estrellas que están ligadas gravitacionalmente, es decir que giran unas alrededor de las otras. El sistema es descrito por el investigador como “muy evolucionado, cuyos soles a pesar de ser jóvenes, ya han formado planetas a su alrededor”.

Al comparar distintas imágenes tomadas con instrumentos ópticos tradicionales y del telescopio espacial Hubble el experto pudo comprobar que, a diferencia del modelo estándar que explica la formación de estrellas, que sugiere que todos los cuerpos deben girar en idéntico sentido, “en el SR 24 el disco de las estrellas del norte y el de la del sur giran en direcciones opuestas”, explicó el científico. 

La hipótesis más firme puede ser que en su origen se trataba de un sistema ordenado, bien comportado, sobre el cual pudo haber caído a gran velocidad una nube de polvo y gas de mucho peso, que afectó el movimiento de uno solo de los discos, y eso, según Fernández López, “enloqueció el spinner”, bromea, trazando un parecido entre el SR 24 y el popular juguete antiestrés.

Según el científico no es tan raro que haya sistemas ligados gravitacionalmente con cuerpos que se mueven en distintos sentidos. De hecho, en nuestro Sistema Solar, Venus, Urano y Plutón, se comportan de ese modo.

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