Una caravana para entregar las llaves de los salones de fiesta
El sector está parado desde marzo y, aunque presentó un protocolo para reabrir los salones, la respuesta no llega. “Queremos trabajar”, exigen.
La nueva obra del berissense se llama Dodge. Una historia que nos invita a subirnos a un viaje metafísico donde no hay respuestas.
02/12/2020 - 00:00hs
Es un viejo Dodge 1.8, de impoluto celeste metalizado, de llantas cromadas, modelo break, una máquina que nos lleva por una aventura metafísica atravesada por el humor, tanteando un terreno apenas intuido, donde no hay respuestas.
—¿Cómo llegó la idea de esta novela?
—Empezó a partir de un malestar novedoso para mí: una extraña sensación de duelo antes del duelo. A partir de casi imperceptibles signos de declive, notaba que una parte de mi mundo estaba entrando a una suerte de natural proceso de desintegración.
—¿Cuándo la escribiste?
—Ya no tengo el impulso de escritura y concentración de hace 15 años, cuando publiqué mi primera novela. No solo ya no cuento con la energía de aquel entonces, sino que también perdí la inconsciencia sobre el acto de publicar un texto, de lo cual me jactaba.
—En la novela El pánico se apodera del planeta, hay puntos de contacto con la realidad actual...
—Hay un tono apocalíptico en casi todo el texto porque el sol empieza a gotear. No tengo idea de cómo llegué a esa imagen, porque no soy un gran lector de ciencia ficción. También sospecho que la escritura no puede escindirse del estado de ánimo de la época en la que se despliega. Quiero decir, nadie puede negar, incluso antes del salteado de murciélago, que las cosas no vienen bien.
—Gimnasia está muy presente en el libro...
—Bueno, tal vez haya un vínculo con ciertas causas perdidas. Interesarse por algo que muy probablemente te genere más incomodidades que satisfacciones puede ser un problema. Sin embargo, a pesar de eso, parece gustarme eso de no dejar de empujar la piedra hasta arriba de todo una y otra vez, como el querido Sísifo.
—¿Escribiste algo en pandemia?
—Cada vez que publico algo, que es cada muerte de obispo, por alguna razón arranco un nuevo texto. Mi conclusión es que es una forma de atajarme. Si no te gustó esta, acá estoy terminando otra que va a estar mejor. Empecé a tomar apuntes de La aventura de un fotógrafo en La Plata, de Bioy Casares. Nunca trabajé a partir de un texto ajeno. Quizá pueda avanzar, quizá termine en la papelera.
—¿Qué reflexiones te suscitaron estos tiempos?
—Por un lado, que prefiero un país con un Estado más bien presente, más allá de las estadísticas. Luego, para mi sorpresa, que siquiera una experiencia de este tipo parecería poner en discusión al actual, y aparentemente eterno, sistema económico. Me resulta desolador, porque después de una pandemia, ¿qué otro fenómeno planetario podría cachetearnos?