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El campesino que se proclamó emperador

La historia de China es una galería de historias increíbles que parecen nacidas de una imaginación alucinada. La vida de Zeng Yinglong no es la excepción.

Interés General

08/12/2025 - 00:00hs

En la China subterránea, los pequeños seres que nadie ve se mueven como ratones debajo del piso mientras alguien los persigue. Uno de ellos era Zeng Yinglong, un campesino calvo y bizco, pobre de solemnidad, que se proclamó emperador porque una salamandra había hablado para anunciar su reinado, y llegó a establecer su corte con chambelanes y concubinas- En tiempos en que el Estado castigaba a las familias que procreaban más de un hijo, en su imperio, que comprendía un vasto territorio rural, sus decretos mandaban que todo el mundo tuviera cuantos niños quisiera.

A comienzos de la década del ochenta, Zeng Yinglong era solo un campesino más cuando empezó a huir de la ley. El gobierno chino había implementado la férrea política de un hijo por vientre, ampliando el acceso a todo tipo de anticonceptivos y estableciendo multas para quienes violaran las reglas. Él y su mujer ya tenían una niña, pero querían también un varón. Cuando Zeng embarazó a su esposa decidieron huir del pueblo y refugiarse en las montañas, para que las autoridades sanitarias no la hicieran abortar. Mientras tanto, en el pueblo, una salamandra gigante abandonó el río, se escondió en una grieta entre las piedras y empezó a perturbar el sueño de todo el pueblo con su canto. El maestro del pueblo, que profesaba el feng shui (un antiguo sistema filosófico chino) logró acercarse a la salamandra mientras dormía, le abrió la boca con un palo y sacó de adentro una cinta con seda donde estaba bordado: “El Dragón Real vendrá y vendrá la Felicidad”.

En chino, Dragón Real tiene la misma grafía que Zeng Yinglong. Cuando la comitiva liderada por el maestro feng shui encontró en las montañas a Zeng, se arrodillaron delante de él y afirmaron: "Diez mil años de gloria al Emperador”. Todo el relato consta en las actas del juicio popular que le hizo la China comunista a Zeng Yenlong. El acusado, por su parte, hablando de sí mismo en tercera persona, expresó durante el juicio: “Su Majestad no quería ser Emperador. Pero no podía darle la espalda a la voluntad de sus súbditos”.

Zeng descendió de las montañas y declaró oficialmente que estaban en el Año Uno de la dinastía Dayou, que significa “compartimos todo”, y su edicto inicial fue: “Trabajamos juntos la tierra, compartimos sus frutos y tenemos todos los hijos que deseamos”. El carácter revolucionario de la dinastía Dayou se veía reflejado porque, como contrapartida, en el resto del país se promovían esterilizaciones masivas y se fomentaban abortos que, en la mayoría de los casos, fueron forzados. Al ser una política tan restrictiva, otros países y organizaciones del mundo la criticaron, afirmando que era una violación de los derechos humanos y reproductivos.

La primera medida de Zeng fue tomar por asalto el hospital de la región y someter a hoguera pública todos los anticonceptivos y elementos quirúrgicos de esterilización. Asimismo, convirtieron aquel hospital en palacio de la corte y sede del reino. En cuestión de semanas, hubo cerca de tres mil personas viviendo allí. La resistencia, sin embargo, duró poco: el Emperador fue apresado y sometido a juicio. Así alcanzó su fin la dinastía Dayou. Acusado de subversión y crímenes contrarrevolucionarios, en su defensa manifestó: “Su Majestad no se mete con el reino de China. ¿Por qué el reino de China se mete con su Majestad? Nosotros no vamos a decirles que tenga diez hijos. No cometemos delito. Ustedes ahora están en suelo extranjero. No pueden obligarnos nunca a violar nuestra ley para cumplir la suya”.

Zeng Yenlong fue condenado a perpetuidad en un penal de máxima seguridad en las montañas del noreste de Sichuan. Su historia se hizo famosa mundialmente porque se la contó, ya en cautiverio, a un escritor y poeta llamado Liao Yiwu, quien también purgó cárcel cuando el gobierno chino pretendió censurarlo.

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