El equipo a cargo estudia la resistencia a los antibióticos.
“La resistencia a los antibióticos es una pandemia silenciosa”, asegura Alejandro Vila, investigador del Conicet y líder del equipo de investigación en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario que hace más de 20 años se dedica a entender cómo las bacterias logran eludir el efecto mortal que deberían causarles estas sustancias. En su más reciente trabajo, publicado en una revista internacional, explican con precisión molecular cómo algunas bacterias pueden ser resistentes al cefiderocol, un antibiótico de última generación que prometía ser inquebrantable cuando comenzó a usarse en la clínica en 2019 para tratar infecciones multirresistentes, y que, sin embargo, ha ido acumulando casos clínicos donde se observan eventos de resistencia inexplicables.
Los resultados de este trabajo explican por qué en ciertas infecciones el cefiderocol no debería usarse y en cuales sí, generando nuevas consideraciones terapéuticas para el uso y la administración de este fármaco. Se estima que las infecciones causadas por bacterias multirresistentes se cobran alrededor de dos millones de vidas humanas cada año a nivel mundial. Este número va en ascenso y se proyecta que podría llegar a 10 millones para el 2050. Según Vila, las bacterias resistentes siempre van a aparecer. El problema es que hay un cambio en la línea de tiempo: “Antes, cuando surgía un nuevo antibiótico en el mercado, la resistencia se veía a los cuatro o cinco años. Ahora, cuando salen nuevos fármacos, antibióticos o inhibidores, ya vemos que hay resistencia preexistente”.