El experimento que derrotó a Einstein
The Big Bell Test se realizó mediante un juego online y con la generación de datos que miles de usuarios enviaron a 12 laboratorios del mundo
The Big Bell Test fue un experimento que se realizó en 2016, cuyos resultados se publicaron ayer, y del que participaron más de 100.000 personas desde un videojuego sencillo. Este requería que el usuario generara unos y ceros (bits) de la forma más aleatoria posible. Con toda esta información, científicos de 12 laboratorios de todo el mundo, entre ellos el Conicet, orientaron sus experimentos sobre átomos, fotones y dispositivos superconductores.
“¿Crees que la Luna desaparece cuando dejamos de mirarla?”. Esta pregunta, atribuida a Albert Einstein en sus famosas discusiones por correspondencia con su colega Niels Bohr, resume una idea clave de su pensamiento: que las propiedades de las cosas están definidas de forma objetiva, independientemente de que las midamos o no, lo que se llama “realismo local”.
En su planteo, Einstein postuló que los resultados de una observación no podían depender de quién lo realizara, es decir, si un objeto es rojo todo observador debe ver a ese objeto de color rojo. Sin embargo, el experimento llevado a cabo en The Big Bell Test probó que, al menos a nivel cuántico, no es así.
El test ha refutado el realismo local en repetidas ocasiones, pero hasta ahora quedaba un cabo suelto: los científicos medían las partículas según series aleatorias generadas por computadoras o bien decididas por los propios investigadores. Por eso, existía la posibilidad de que esa información fuese una variable oculta que pudiera determinar el comportamiento de las partículas.
Por esto, los investigadores de The Big Bell Test decidieron recurrir a las decisiones de miles de personas de todo el planeta, que en teoría no tienen absolutamente ninguna relación con las partículas con las que los científicos experimentan en sus laboratorios.
En el test, los jugadores debían introducir series de unos y ceros lo más rápido posible y tan aleatoriamente como pudieran. Los bits se transferían en tiempo real a los laboratorios, donde los investigadores los utilizaban para determinar qué medidas efectuaban sobre las partículas entrelazadas.
El resultado de este gran test de Bell no es sólo otra refutación del realismo local, sino que demuestra de una nueva manera que la física cuántica, aquella que describe a la naturaleza a escalas espaciales pequeñas, es correcta.
El aporte del Conicet
De este experimento participaron 12 centros de investigación de distintas partes del mundo, entre ellos el Laboratorio de Óptica Cuántica del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa e investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.
El laboratorio está a cargo de Miguel Larotonda, quien explicó: “Es un experimento que tiende a cerrar el abismo existente entre el público en general y los conceptos ‘extraños’ y anti-intuitivos de la mecánica cuántica, al atraer y motivar a participantes de todo el mundo para producir secuencias impredecibles de bits, que alimentan experimentos simultáneos y de última tecnología en una cantidad de laboratorios de todo el mundo”.