cultura

Entrevista a Jorge Goyeneche

El prolífico escritor platense acaba de publicar una novela que fue finalista de un importante premio nacional y en la que se entrelazan varias historias.

Interés General

09/09/2025 - 00:00hs

Jorge Goyeneche es un contador de historias. Se formó en la Facultad de Letras de nuestra ciudad, durante una década trabajó en la revista Humor –uno de los pocos medios periodísticas en los que se podía respirar aire puro, durante el largo encierro de la dictadura-, y ha ganado con sus novelas distinciones como el Premio Instituto Cultural de Puerto Rico, Premio Provincial Almafuerte y Premio Municipal. “Todos los cíclopes tienen los pies delicados”, es el título de la novela recientemente editada, en la que muestra, una vez más, su destreza como narrador.

—¿Cómo nació la novela?

—Esta novela nace de una suma de historias, reflexiones, lecturas, frases anotadas al pasar y, como los condimentos de algún plato posterior, se mezclan. A veces es un experimento, qué pasa si le pongo menos pimienta. Después de tantos años y palabras escritas, noto que el azar es crucial. Mientras estoy haciendo una caminata por el Parque Saavedra y voy pensando en alguna idea recurrente, oigo una conversación casual, veo una cara, alguien me pregunta una dirección, unos padres con una sonrisa esperanzada salen del Hospital de Niños, me rodea el humo del puesto de comida, y todo se convierte en una situación especial que modifica, desarrolla o anula esa idea original y la convierte en otra narración. Aunque no me satisfagan después a la hora de escribir, van creando una especie de compost para otra combinación que casi siempre forma parte de algún relato. Son, como dice Freud de los sueños, restos del día.

—En el libro las historias proliferan, fecundándose unas a otras.

—Hay varias historias en esta novela. Y un hombre que padece claustrofobia está siendo observado por el resonador magnético en una sala monstruosa de tan blanca y aséptica. No busqué ninguna metáfora pero me parece que la única manera de lidiar contra nuestra fragilidad y el poder agresivo de lo que nos rodea es crear. Y cada persona lo hace con los procedimientos que puede. Algunos con actividades solidarias, hay quien se libera por un oficio fuera del trabajo obligado, o toca la guitarra o canta, como mi vecino cuando vuelve de la guardia como enfermero. Puede ser un mero escape circunstancial y variable o, como en mi caso, una especie de profesión.

—En el centro está nuestra fragilidad.

—Somos seres frágiles. Aislados no podríamos sobrevivir. ¿Cómo encender el fuego, cazar, construir una vivienda, cómo curarnos una herida, plantar, cultivar, enviar una señal de socorro? Parecemos zombies cuando se corta la luz un tiempo prolongado. Sin heladera, sin la pava eléctrica y el termotanque, sin wifi. Recuerdo el par de días que sucedieron a la inundación de nuestra ciudad, no funcionaban los teléfonos, estábamos a oscuras, era imposible salir a la calle a comprar comida. Sin el soporte social y tecnológico, somos los animales más débiles del planeta. Y para colmo, pensamos, conocemos el tiempo, la historia, la muerte, sabemos qué es la enfermedad, qué es el sufrimiento porque lo hemos visto y padecido. Tenemos memoria de tiempos felices y temor a perderlos. Todos los cíclopes tienen los pies delicados, y lo saben.

—Acechados por peligros que sospechamos y que los medios amplifican.

—Terremotos, bombardeos, hambrunas. No tenemos necesidad de padecer todo para saber y temer. En la novela el personaje inmerso en un mar de análisis y estudios se pregunta si hay un test que registre el peligro de muerte por azar y una medicación para contrarrestarlo. Tiene el resultado preciso de glóbulos y plaquetas, azúcar, potasio, colesterol, pero nada de la caída probable de un rayo o de un auto que pierda el control y lo atropelle. Es inevitable morir, no me asusta, en todo caso le tengo terror a la muerte de los seres queridos, Borges decía que la muerte es algo que les sucede a los demás. Para mí es peor el sufrimiento.

—La novela transcurre en La Plata. Decí lo que quieras sobre esta ciudad.

—Nací y vivo desde siempre en la ciudad de La Plata pero me siento extranjero. Quiero ciertos lugares, por ejemplo el Parque Saavedra, que está a una cuadra de mi casa, como quiero también Oporto o Trastevere en Roma, podría vivir en Mar del Plata o en Buenos Aires con su variedad y sus museos, teatros, callecitas. Estoy atado a esta ciudad desde que tenía otro nombre, Ciudad Eva Perón. Aquí están casi todos mis recuerdos y parte de mi familia.

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