cultura

Entrevista a Laura Alcoba

La escritora platense radicada en París acaba de publicar “Las orillas del Mar Dulce”, un libro que pone el foco en la lengua y la memoria.

Laura Alcoba es conocida por su novela “La casa de los conejos” –llevada al cine en 2020-, que tiene como locación principal la casa sita en calle 30 Nro. 1138 –la casa Mariani-Teruggi-, que hoy funciona como sitio de la memoria. Pero su obra incluye libros como “Los pasajeros del Anna C”, “El azul de las abejas”, “A través del bosque”, “La danza de la araña”, y el recientemente publicado “Las orillas del Mar Dulce”, que guían como un hilo por los laberintos de la memoria.

Es un libro, de alguna manera, sobre la lengua: la adopción de una lengua que no es la natal. Ya se trate de Bianciotti o de Francisco - el joven grumete de la expedición de Solís- . O también tu propio caso.

No sé cómo funciona eso de estar conectada mental y emocionalmente con Argentina y de hacerlo desde este lugar y desde otro idioma. Pero yo tengo conciencia de que me conecto no sólo con mi memoria argentina sino con una serie de sensaciones que para mí tienen que ver con Argentina desde Francia y desde el francés. Es esa manera de mirar una parte de mi historia o parte de historias que no sólo tienen que ver conmigo. Yo miro desde la orilla de enfrente. De eso trata el libro también.

Es un libro lleno de paisajes, nombrá un paisaje de Francia y otro de Argentina que sientas profundamente tuyos.

El paisaje de Francia que aparece en el libro y que para mí tiene mucho ver con el camino de la memoria que emprendí es el paisaje de Breton, de la ría de la Bem. Es como una forma de Río de la Plata pero tan concentrado y diminuto y que tiene que ver con un paisaje de la infancia. Y por eso está muy presente en "Las orillas del mar dulce". De Argentina hay muchos : por supuesto el río en el lugar en el que es más amplio, ese río que parece mar pero que no deja de ser río y que a mí me fascina por sus dimensiones. Son dimensiones que no se dan en Europa. También hay otros: la llanura, los Andes.

¿En qué barrio de París vivís?

Yo vivo relativamente en el centro, entre Bastilla y Republique. La particularidad que tiene es la superposición de tiempos. En una calle, de repente, hay un edificio del siglo XVII y luego huellas mucho más recientes y contemporáneas. A mí me fascina, en el paisaje urbano, esa manera que tienen los tiempos muy lejanos de toparse unos con otros.

La memoria se despliega de manera concéntrica decís en algún momento del libro. Como si arrojara alguna piedra a tu memoria, decime hacia dónde se disparan las ondas concéntricas el recuerdo de la ciudad de La Plata.

Ahí hay una forma de meta en el libro, que es llegar al momento en que se desató la escritura, que tiene que ver con el retorno a La Plata y- particularmente- a la Casa de los conejos que realicé años después de haber vivido ahí. Yo había vivido ahí entre los 7 y 8 años, y volví pasados los 30. Esa sensación de vértigo es la que evoco al final del libro: el momento muy particular en que me di cuenta que esa memoria de la que no era consciente la llevaba en el cuerpo. Eso tiene que ver con el retorno a La Plata y, particularmente, a esa casa. Recuerdo el momento de haberme agachado a un embute que no existía más como yo lo llevaba dentro. La meta del libro es tratar de decir ese momento tan difícil de expresar, pero que sentí de manera tan fuerte y que trato de desenmarañanar desde hace años.

Noticias Relacionadas