cultura

Facundo Basualdo y sus historias de ratas que solo aparecen de noche

Nació en Tandil, pero se mudó a nuestra ciudad a estudiar Arquitectura. Una editorial platense acaba de publicar su primer libro de cuentos

Interés General

25/08/2021 - 00:00hs

Se radicó en La Plata para estudiar Arquitectura y Comunicación Social, pero aquí se recibió de escritor con Las ratas solo aparecen de noche, un libro de cuentos publicado por la editorial platense Mil Botellas, donde se suceden situaciones extremas que pueden ocurrir en la vida cotidiana, contadas con un pulso firme y bajo una sencillez que encubre todo lo abismal que habita en la condición humana.

—¿Cuáles son las primeras imágenes que tenés de tu desembarco en La Plata?

—Se me viene a la cabeza lo primero de todo: el viaje de Tandil a La Plata en un colectivo destruido de Río Paraná. Salía a las 15 y tenía que tardar cinco horas, pero tardó ocho porque se rompió a la altura de Las Flores. Era un domingo de los primeros días de febrero, hacía mucho calor y, por supuesto, el aire del bondi no funcionaba. Que los viajes fueran así era una costumbre que contaban mis hermanos más grandes que ya vivían en La Plata y fue una constante después en casi todos los viajes de ida o vuelta.

—¿Cómo llegaste a la edición de tu primer libro?

—En 2017 empecé a participar en el taller que coordina Ramón Tarruella. Escribo hace muchos años, desde bastante chico, pero cosas muy desordenadas, sin criterio, desprolijas. El taller me organizó una manera de leer, de escribir, de aprender a ajustar los textos. Ahí fui compartiendo estos y otros cuentos y las observaciones, los comentarios de las compañeras y compañeros fueron fundamentales. Este libro sin ese espacio de taller no hubiera existido. Entre ese año y el siguiente escribí los cinco cuentos que están en el libro, y fue Ramón el que eligió estos por sobre otros, que les encontró una línea, un criterio de reunión, y los pensó como libro. Después seguimos trabajando en algunas instancias de corrección hasta que dijimos “ya están”.

—¿Cuál es el hilo conductor que trazarías entre los relatos que componen Las ratas solo aparecen de noche?

—Hay algo que destaca la contratapa: eso de los personajes que están perdidos, un poco sin rumbo, de búsqueda un tanto errante, también de lo solitario, o de la soledad. Casi todos también están ambientados con cierta oscuridad. Ese cruce, entre esos personajes y ese clima, es un componente que atraviesa el libro. Y todos, sin matices, están escritos en clave realista.

—En “Nadie viene de paseo al hospital” hay un empleado público que termina naturalizando el cotidiano trato con la muerte que se da en los hospitales. En tu caso, ¿terminaste naturalizando la vida en pandemia o la seguís viviendo en estado de asombro?

—Trabajé más de diez años en el Hospital de Niños de La Plata, y ese trato cotidiano con las enfermedades y las muertes de nenes es algo con lo que hay que convivir. No es una naturalización total, tampoco es un estado de sorpresa constante. Es una convivencia con la que hay que lidiar porque ese es el trabajo y se generan ciertos anticuerpos para cubrirse un poco, no totalmente, de eso que pasa alrededor. La vida en pandemia fue distinto para mí. Ya no trabajo más en el hospital y de alguna manera, desde el principio, pensé que la pandemia sería un momento, que tendría un fin. Se hizo eterna, se está haciendo eterna. No la naturalicé, pero tuve que adaptarme como todos, y para distraerme me ayudó encarar nuevos proyectos.

—En otra de las historias del libro, uno de los personajes asume una identidad falsa. Hay una similitud con el oficio del escritor, que permanentemente se pone en la piel de otro.

—Ese cuento lo escribí cruzado por dos series que estaba mirando en ese momento: Mad men y The Americans. Por razones distintas, los protagonistas tienen ese juego de identidades que lo aprovechan para determinados fines. El personaje del cuento está lejos de ser un Don Draper y más aún de ser un espía soviético, es uno del montón, un anónimo queriendo ser un anónimo para él mismo. Me gustaba esa idea de poder ser otro de alguna manera, sobre todo para esos días en los que no me banco ni un poco. Creo que no me pasa a mí solo (espero que así sea). Supongo que en todos, no solo en quienes escribimos, hay algo de personaje hacia los demás, de narración de ese personaje.

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