De acuerdo a un estudio, las viejas prácticas de quema de tierras maoríes en Nueva Zelanda elevaron los índices de hollín en los núcleos de hielo de la Antártida. “Los seres humanos han estado impactando el medioambiente durante los últimos 700 años como mínimo”, resaltan.
Jublicados en la revista Nature, los hallazgos de un grupo de científicos señalan que los humanos llevan contaminando el planeta mucho más tiempo del que se pensaba. Durante su investigación, realizada en los núcleos de hielo de la isla James Ross en la Antártida, el equipo conformado por Joe McConnell, Nathan Chellman y Robert Mulvaney descubrió un aumento sustancial en los niveles de hollín, que comenzó alrededor del año 1300 y que continuó después hasta nuestros días.
El hollín, o carbono negro, es una partícula absorbente de luz que procede de fuentes de combustión como la quema de biomasa (por ejemplo, incendios forestales) y, más recientemente, de la combustión de combustibles fósiles. Trabajando en colaboración con un equipo internacional de científicos del Reino Unido, Austria, Noruega, Alemania, Australia, Argentina y los Estados Unidos, los tres investigadores se propusieron descubrir los orígenes de ese extraño aumento del carbono negro capturado en los hielos antárticos.
Los hallazgos apuntaron a una fuente que nadie esperaba: las antiguas prácticas de quema de tierras maoríes en Nueva Zelanda. Se realizaban a una escala tal que impactaron la atmósfera en gran parte del hemisferio sur y eclipsaron otras emisiones preindustriales que se habían producido en la región durante los últimos 2.000 años.
“La idea de que en aquel momento de la historia los seres humanos causaran un cambio tan significativo en los niveles de hollín atmosférico a través de sus actividades de desmonte resulta bastante sorprendente”, explica McConnell. “Solíamos pensar que al retroceder unos cientos de años podríamos ver un mundo preindustrial prístino, pero en este estudio queda claro que los seres humanos han estado impactando el medio ambiente sobre el océano Austral y la península Antártica durante al menos los últimos 700 años”.
Para identificar sin errores la fuente del hollín, los investigadores analizaron una serie de seis núcleos de hielo recolectados de la isla James Ross y la Antártida continental. Andreas Stohl, de la Universidad de Viena, llevó a cabo simulaciones de modelos atmosféricos de transporte y deposición de carbono negro alrededor del hemisferio sur que respaldan los hallazgos. Para afinar aún más el resultado, los científicos consultaron todos los registros disponibles de antiguos incendios en cada una de las tres regiones. Y al final, solo quedó una posibilidad viable: Nueva Zelanda, donde los registros de carbón vegetal mostraron un aumento importante en la actividad de incendios a partir del año 1300. Esta fecha coincide con la llegada estimada, la colonización y la posterior quema de gran parte de las áreas boscosas de Nueva Zelanda por parte del pueblo maorí.