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cienciaUn grupo de científicos descubrió, gracias al guano acumulado, que una población de cóndores usa el mismo nido hace miles de años.
08/05/2023 - 00:00hs
Durante más de 2.000 años, los cóndores andinos han estado anidando y defecando en la misma gruta de un acantilado ubicado en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Sorprendentemente, esta gigantesca pila de guano sirvió para entender el pasado de esta especie de aves típica de América del Sur. Los hallazgos del estudio que comenzó en 2014 fueron publicados en la revista Proceedings of the Royal Society.
Con una envergadura de más de 3 metros y el peso de un niño, los cóndores andinos son las aves rapaces más grandes. Habitan la Cordillera de los Andes y prácticamente toda la costa occidental del continente. Actualmente, están en peligro de extinción y se estima que solo quedan unos 10.000 ejemplares. Por eso la importancia de este estudio científico.
Los esfuerzos para protegerlos dependen de la comprensión de su comportamiento y ecología. Pero estudiar los cóndores andinos puede ser un desafío: las aves pasan la mayor parte de su tiempo volando en áreas montañosas remotas, lo que las hace difíciles de capturar y monitorear.
En 2014, un grupo de científicos encontró un nido de cóndor en el Parque Nacional Nahuel Huapi escondido en un rincón junto a un acantilado, que resultó ser una gran fuente de información. Los investigadores caminaron una hora desde la ruta más cercana y descendieron 10 metros a lo largo del acantilado para llegar al nido. A diferencia de la mayoría de los sitios de anidación de cóndores, este estaba protegido de la lluvia y la nieve. Esto hizo que, en lugar de desaparecer, los excrementos de las sucesivas parejas reproductoras se fueron acumulando hasta crear un montículo denso y pálido.
Los análisis del depósito de guano revelaron algunos datos llamativos sobre los cóndores. Por ejemplo, que cambiaron su dieta después de la colonización europea iniciada en el siglo XV. También, que abandonaron ese sitio durante un milenio, posiblemente obligados por la erupción de volcanes cercanos. Sin embargo, los estudios de la materia fecal no solo sirvieron para determinar qué comió el cóndor en los últimos milenios o cómo era su ambiente. Quizás lo más relevante haya sido la confirmación de que a lo largo de unos 2200 años las sucesivas generaciones de esta ave usaron el mismo nido.