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La investigadora que busca acabar con la pandemia de las abejas

Se trata de un parásito que provoca una infección y daña el aparato digestivo. La solución estaría en los propóleos de una planta silvestre de la zona de Amaicha del Valle, en Tucumán.

Sin duda, pensar en las abejas remite directamente a la importancia de la producción de miel. No obstante, estas especies poseen un papel fundamental en el ecosistema: un gran porcentaje de los alimentos que se consumen desaparecerían si no fuera por ellas.

“La principal función de las abejas es la polinización, más del 70% de los alimentos que consumimos dependen de ella y, sobre todo, lo que hay que resaltar es la biodiversidad de las especies que se mantienen gracias a ese pequeño trabajo”, le explicó a diario Hoy Verónica Albarracín, magíster en Zootecnia y docente de la Facultad de Agronomía y Zootecnia en la Universidad Nacional de Tucumán.

La pasión de Verónica por las abejas viene desde muy chica. “Al terminar mi carrera de Ingeniería Zootecnista y mientras buscaba trabajo, salió una convocatoria en mi provincia, para presentar microemprendimientos. Te daban un crédito a tasa baja y uno empezaba a desarrollar su emprendimiento mientras devolvías el dinero. Yo presenté un emprendimiento apícola y ahí me hice de mis primeras colmenitas”, contó.

“En 2002 fui a hacer mi maestría a Brasil sobre el tema de crianza de abejas reinas, y volví sabiendo un poco más. Al conseguir trabajo en la facultad, armamos un Laboratorio de Diagnóstico de Enfermedades Apícolas (Ladeas). Y en 2005 hicimos, con Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), la Secretaría de Agricultura y Ganadería, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y productores tucumanos, el primer relevamiento sanitario de la provincia. Ahí descubrimos e hicimos los primeros reportes de existencia de nosemosis para Tucumán”, detalló.

La nosemosis es una enfermedad producida por un microsporidio (un tipo de hongo) llamado nosema ceranae. Se trata de un mal silencioso, porque en las etapas tempranas de infestación no se la nota. Solo cuando la colmena está muy infestada se ve la diarrea que les ocasiona a las abejas, porque ataca y se desarrolla en su intestino medio.

“Desde 1957 se usó en Argentina, para combatirla, fumagilina, que hoy está prohibida en todo el mundo, y a eso hay que sumarle la tendencia orgánica que hay para no contaminar la miel; por eso busqué alguna sustancia orgánica que se pueda usar”, especificó.

Posible cura

Se trata de una alternativa orgánica y económicamente sustentable para proteger el ambiente, y para que los apicultores puedan garantizar la pureza de los productos. Albarracín, para su tesis de doctorado, encontró en los propóleos de una planta silvestre de la zona de Amaicha del Valle la manera de combatir la nosemosis.

Según la investigadora, mejoran el sistema inmunológico de las abejas, además de ser antiséptico natural bacteriostático antifúngico, entre otras características. “En los ensayos, dieron resultados muy alentadores para contrarrestar los efectos de nosema en las colmenas, en comparación con propóleos de otras regiones, así que desarrollé un aditivo a base de propóleos para darle a las abejas en el jarabe”, concluyó.

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