El Pozo de las Ánimas no solo destaca por su impresionante belleza natural, sino también por las historias que lo envuelven.
A 58 kilómetros de la ciudad de Malargüe, en la provincia de Mendoza, existe un sitio donde el misterio y el hábitat se fusionan y son parte de este monumento natural que es visitado cada año por miles de turistas.
Aunque su nombre está en singular, son dos pozos enormes llamados dolinas, que tienen su origen en las aguas subterráneas que formaron cavernas y con los años se ensancharon y provocaron una colisión. Así fue que dejaron al descubierto estos dos pozos de agua.
El diámetro de cada pozo es de aproximadamente 200 metros. En cuanto a la profundidad, hasta el agua, es de unos 80 metros. Desde el nivel del agua, hasta el fondo del cono, es de aproximadamente 21 metros. Es decir que la profundidad total suma más de 100 metros.
Estos dos extraños espejos de agua dulce cambian de tonalidad según la luz del día, y están rodeados de imponentes acantilados de tierra y roca. Se trata de una maravilla natural rodeada por un halo de misterio que dio origen a múltiples leyendas y mitos locales. Los mapuches, originarios habitantes de estas tierras llamaron a este lugar “Trolope-Co”, que significa “agua del gritadero de las ánimas”.
Según la leyenda, dos pueblos rivales que habitaban uno a cada lado de la Cordillera de los Andes mantenían una relación muy tensa cuando en una oportunidad el pueblo del lado chileno estaba persiguiendo al reducido número de pobladores locales, de la zona de Los Molles.
Cuando cayó la noche los perseguidos, advirtiendo que no se oían más los gritos de sus enemigos, retornaron a sus hogares. Al día siguiente, al retornar al lugar, comenzaron a escuchar algunos lamentos que les llamaron la atención.
Al avanzar se sorprendieron con la presencia de dos enormes pozos que se habían hundido bajo los pies de sus perseguidores. En el fondo se encontraban los cuerpos moribundos de sus enemigos. Sus gemidos asustaron a los observadores, quienes desde ese momento veneraron la formación que los había salvado dándole el nombre de “lugar en que lloran las ánimas”.
Quienes han ido de noche al Pozo de las Ánimas aseguran que el viento lleva consigo a los gritos de quienes se ahogaron allí. Además, la tradición regional sostiene que a este lugar van a rezar y llorar las almas que vagan en pena por las montañas.