Ley de etiquetado: claves para saber qué se discute

“La decisión final la va a seguir teniendo el consumidor. Esto no prohíbe a nadie comprar algo”, advirtió a Hoy una especialista.

El Gobierno argentino busca instrumentar una ley de etiquetado frontal cuyo objetivo es que la población pueda realizar una evaluación de los productos que consume a diario. En la práctica, se trata de que los alimentos que están en las góndolas tengan a la vista la información nutricional simplificada, y principalmente deberán asentar su alto contenido en sodio, azúcares, grasas saturadas y calorías.

Para María José Amiunes, licenciada en Nutrición (M. P. 3.540), “el etiquetado frontal busca darle la posibilidad al consumidor de entender si está frente a un alimento ultraprocesado o no”. El sistema que se busca implementar dará cuenta “si es un producto alto en nutrientes críticos, es decir, nutrientes que están relacionados a enfermedades crónicas, como obesidad, diabetes, hipertensión, hiper­colesterolemia”, explicó.

Amiunes aclaró que, si bien todos los alimentos tienen calorías, “lo que nos debe importar es la procedencia de estas: no es lo mismo 100 calorías de un ultraprocesado, donde predominan azúcares y grasas, que 100 calorías de un alimento real, como una banana, palta o arroz”.

El proyecto para avanzar sobre el etiquetado frontal en el país fue presentado a la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal). En la actualidad, son varios los países del mundo que lo emplean, entre ellos Francia, Bélgica, Alemania, España y Portugal. Asimismo, en Latinoamérica funciona en México, Perú, Chile y Uruguay, entre otros.

“Sería muy positivo que avance. Es darle la posibilidad al consumidor de comprar lo que realmente quiere. Muchos quieren comprar saludable, pero les es muy difícil entender lo que dice el paquete, y confían en el packaging”, destacó Amiunes, y agregó: “Es una herramienta más en esta búsqueda de brindar salud. Las cifras de obesidad y diabetes avanzan, y avanzan en los más chicos también. Si bien la decisión seguirá estando en cada uno de noso­tros, considero que es un paso más en esta lucha que tenemos por delante”.

Los sistemas

Según la Copal, hay unos 30 modelos de etiquetado frontal en todo el mundo. El sistema de sellos negros es el que tiene más aceptación dentro del Gobierno: los productos pueden tener desde ninguno hasta cuatro sellos negros, dependiendo si un “nutriente crítico” se encuentra en un nivel alto.

Para María José Amiunes, también es el más claro: “Los sellos negros son de rápida lectura, sencillos. Y declaran si ese producto está excedido en ciertos nutrientes que son perjudiciales a la salud. El llamado semáforo utiliza los colores rojo, amarillo y verde para clasificar al producto, de acuerdo a sus nutrientes críticos. Pero tiene como desventaja que no discrimina qué tipo de alimento es y se puede prestar a confusión. Un ejemplo es el aceite de oliva: al ser fuente de grasas, tendrá el color rojo como etiquetado, y puede llegar a confundir al consumidor, ya que el rojo será asociado a exceso o no saludable. Y el aceite de oliva es un alimento que recomendamos para el consumo diario porque es muy saludable”.

También se piensa en un tercer sistema, “el sistema de colores o Nutri­Score, que utiliza cinco colores, del verde al rojo. Y también clasifica al producto de acuerdo a la proporción de cada nutriente, pero, como en el caso anterior, sin discriminar si es un producto ultraprocesado o no”.

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