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estrenosEsta semana, Alberto Fernández recordó los fuertes lazos que unen a China y Argentina, que se remontan a la relación entre dos importantes líderes populares.
10/07/2021 - 00:00hs
El Presidente Alberto Fernández brindó una exposición en la Cumbre Mundial de Partidos Políticos que organizó el gobierno chino, de la que participaron más de 500 líderes mundiales con el objetivo de afianzar los lazos de cooperación internacional para afrontar los próximos desafíos globales. En el cierre de su discurso, tras agradecer y felicitar a su homólogo Xi Jinping, destacó: “El Partido Justicialista y el Partido Comunista chino han tenido una histórica relación a través de quienes fueron sus líderes, Juan Domingo Perón y Mao Zedong, en las cartas que compartieron”.
Perón fue la tercera persona de Latinoamérica a la que Mao invitó a China. Antes habían viajado Ernesto Guevara y Salvador Allende. A comienzos de 1973, cuando Héctor Cámpora estaba a días de asumir como presidente, el líder chino convocó al General, en lo que representó un encuentro crucial entre dos líderes del tercer mundo. La noticia provocó un fuerte impacto en el campo popular y se difundió como un hecho histórico. Aquel momento político se habría de caracterizar por una incesante ebullición y sería recordado como “la primavera camporista”.
Durante su exilio, el General pasó por Paraguay y Panamá, donde conoció a la que sería su tercera esposa, Isabel Martínez. En 1958, se instalaría en Venezuela, donde llegó a un acuerdo con Arturo Frondizi, según el cual los peronistas votarían por el candidato de la UCRI si este se comprometía a legalizar al Partido Peronista. Finalmente, en 1960, Perón instaló su residencia en Madrid y desde allí continuó dirigiendo la resistencia justicialista.
El General envió una comitiva encabezada por Isabel y José López Rega, quienes fueron recibidos por Chou En-lai, la mano derecha de Mao. Pocos días después, Mao le ofreció a Perón dejar su exilio en Madrid y trasladarse al gigante asiático. No obstante, el fundador del histórico movimiento nacional tenía otros planes: regresar a Argentina para ser presidente por tercera vez.
Tales indicios de solidaridad se remontan al 15 de julio de 1965, fecha en que Perón le envió una carta al “querido presidente y amigo” Mao Zedong. Desde su exilio, a través de jóvenes dirigentes del Movimiento Revolucionario Peronista que viajaban a China, le hizo llegar “las expresiones más sinceras de admiración a su gobierno y partido, que ha sabido llevar a la nación china el logro de tantas e importantes victorias que ya el mundo capitalista ha comenzado a reconocer y aceptar”.
Ambos líderes compartían una visión de la “nación” como novedosa unidad política que tramaba una voluntad colectiva trascendente. No es casual que Perón destaque en la misma carta: “Su pensamiento y su palabra de maestro revolucionario han calado hondo en el alma de los pueblos que luchan por liberarse, nosotros entre ellos, que nos debatimos, en estos últimos diez años, en marchas y contramarchas propias del proceso de un pueblo, que va preparando las condiciones más favorables para la lucha final”.
Cuando el actual líder chino se comprometió a “promover la cooperación” y “el desarrollo de los pueblos” a través del multilateralismo, volvió a adquirir una resonancia profunda el “nosotros” forjado a partir de una elaboración colectiva que Mao y Perón, como aliados estratégicos, jamás rehusaron, sino que velaron por el triunfo de luchas en común.
A finales de 1971, Fernando Solanas le realizó un largo reportaje a Perón. Cuando le consultó qué es lo que define en la Argentina a una persona como peronista, el General no titubeó: “Peronista, para mí, como conductor del movimiento, es todo aquel que cumple la ideología y la doctrina peronista. Dice Mao Zedong que el que lucha contra un compañero es que se ha pasado al bando contrario. Esto lo hemos observado todos, no hay peronista que no haya observado este tipo de disidencia sospechosa, pero más que nada negativa, para el trabajo en conjunto que debemos realizar”.