Cultura
Juan-Jacobo Bajarlía, ciencia ficción made in Argentina
Abogado criminalista –egresado de la Facultad de Derecho de La Plata–, escritor y traductor. Fue uno de los grandes cultores de la literatura fantástica.
Nació en Buenos Aires el 5 de octubre de 1914. Fue el mayor de cinco hermanos. A pesar de que la posición familiar era desahogada, a los 12 años vendía medias por los bares a fin de tener sus propios ingresos, y por las noches cursaba la escuela secundaria. A los 14 años terminó su primera novela, La cruz de la espada. Un amigo le presentó a alguien que decía ser editor, pero del que no tuvo más noticias una vez que le entregó el manuscrito. Tiempo después, ese libro sería finalista en un concurso literario, figurando como autor el presunto editor.1
A los 17 años, comenzó sus estudios en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, pero pronto continuaría su formación en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata “por el enorme prestigio que tenía”. Como criminólogo escribió Sadismo y masoquismo en la conducta criminal, un libro de 1959, en el que sostiene la hipótesis –a la que había llegado luego de una larga estadía en Londres y que fuera publicada en tapa por la revista Todo es historia– de que “Jack, el Destripador” fue un argentino, corredor de bolsa, llamado Alfredo Maturo. El mismo, tras regresar a Buenos Aires, vivió hasta su muerte en el barrio de Barracas.
Durante todo el tiempo que el escritor mendocino Antonio di Benedetto estuvo preso en la Unidad 9 de La Plata, en la última Dictadura, Bajarlía fue su abogado. Y, cuando el autor de Zama fue liberado, el 4 de septiembre de 1977, por una campaña internacional organizada por el Premio Nobel de Literatura, el alemán Heinrich Boll, fue el propio Bajarlía quien lo acompañó a Ezeiza para asegurarse de que tomara sin contratiempos el avión a París.
Aficionado a defender teorías que desafían lo comúnmente aceptado, en 1997 volvió a enunciar una hipótesis controversial desde uno de los diarios de mayor tiraje nacional: la misma sostenía que Jorge Luis Borges había escrito una novela. Se trataba de la obra titulada El enigma de la calle Arcos, firmada por el seudónimo Sauli Lostal, que fuera publicada –por capítulos– en el diario Crítica (1932) y como libro un año después.