Cultura

Roberto Fontanarrosa, el otro integrante de Les Luthiers

Desde 1979, el escritor rosarino colaboró con los guiones de los espectáculos del grupo. Su función era la de tirar ideas y chistes sobre algún tema en particular, sin participar en las cuestiones musicales.

Muchos de los números clásicos de Les Luthiers nacieron de la imaginación del “Negro” Fontanarrosa: La gallina dijo Eureka, Canción para moverse, Cartas de color, Epopeya de los 15, por nombrar solo algunos. Decía el humorista, con humildad genuina: “A cualquier lado donde voy, en cualquier entrevista que concedo, menciono, como al pasar, que soy colaborador creativo del grupo. Y me miran como si yo estuviera sentado a la diestra del Señor”.

Los conoció a comienzos de los años 80, cuando el grupo fue a actuar a Rosario. Fue tal el impacto que le causó el humor de un grupo que había encontrado un estilo irrepetible que, al volver a su casa, se metió con el auto de contramano. Esa admiración mutua que se manifestó en abrazos en el camarín se materializó en la propuesta concreta de trabajar juntos los libretos de cada espectáculo.

Fontanarrosa iba al estreno de cada show. Recordaba Daniel Rabinovich: “Estaba serio como perro en bote. Nos aterraba su mueca, su cara adusta, seria, de orto...”. Fontanarrosa se defendía: “Mi inexpresividad es propia del hombre del interior, de aquel criollo que conserva el gesto tradicional de la tierra, la impavidez mineral, la oquedad del cerro”.

Decía Marcos Mundstock que los aficionados a Les Luthiers y a Fontanarrosa se esmeraban en descubrir qué frase, qué situación, qué chiste habían sido aportados por el “Negro”. El resultado, según Jorge Maronna, es que, salvo excepciones, “los apuntes del Negro solían ser goles”. Asimismo, recordó que Fontanarrosa escribió varios chistes para la pieza El rey enamorado, y que es suyo el apunte de confundir “mi brillante, mi rubí” con “su brillante surubí”. También fue memorable su colaboración en las Cartas de color y en la presentación de Yogurtu Ngé, personaje central del episodio. Aquello de que “era tan negro que en la tribu lo llamaban el Negro” fue obra del “Negro”. “Por única vez –añade Maronna– hizo entera una letra, la de la Canción para moverse, sobre las directivas de las acciones físicas que debía describir y que le habíamos dado previamente con detalle”.

Para la composición de El sendero de Warren Sánchez, una de las piezas que integraron el espectáculo Viegésimo aniversario, que Les Luthiers estrenó en 1987, se cruzaron muchas cartas entre el escritor y los distintos miembros del grupo, sobre todo con Carlos López Puccio.

“Hermano Pucho: he trabajado (lo de trabajado es algo exagerado) sobre la idea de Marcos del predicador astrológico. En verdad, en verdad os digo, que la idea del predicador me parece fantástica y de por sí sola es muy rica. Lo que no veo bien es lo de la astrología. Digamos, el asunto de los horóscopos me parece muy trajinado y nunca le he encontrado (al menos yo) buenas resoluciones humorísticas”. El número quedó armado con un santón, fundador de una secta, que daba sus sermones acompañándose con una música pegadiza. Un predicador que ha­blaba con mareado acento yanqui y que luego se sabría estaba en plena campaña política. Hay muchos momentos desopilantes del libreto de Fontanarrosa que no aparecieron en escena. Por ejemplo: “Tú quisiste construir, edificar tu propio destino. ¿Y qué pasó? No te aprobaron los pla­nos. La moral parece resquebrajarse. Alguien prestó juramento de lealtad y aún no se lo han devuelto. Estamos cercanos al juicio final, y si estamos cercanos al juicio final, más que un confesor lo que necesitamos es un abogado”. Otra parte inédita es cuando a ese Gran Hermano alguien le pide que defina en dos palabras el infinito misterio de la vida, y él contesta: “¿En dos palabras? No puedo”.

Fueron muchos los chistes y apuntes propuestos por Fontanarrosa que no fueron incluidos en espectáculos. Imaginó esta escena: “El dictador habla al pueblo. Dice que la censura no es una cosa de ahora, que viene de muchísimo más atrás. ¡Quién sabe lo que tendría la Venus de Milo en las manos para que le hayan cortado los brazos!”.

En otra carta, Roberto Fontanarrosa dice: “Joven Pucho, posibles puntas para posibles ideas: escena coya, todo el color y la alegría del Altiplano. Conjunto de erkes y sicuris compuesto por músicos franco-belgas, procuran explicar al público europeo qué es una vicuña. Apunamiento de los músicos. Tráfico de drogas. Formas de domesticar un charango. Bagualero asusta a sus pares. Onda El cóndor pasa”.

Algunas de esas ideas que no fueron incorporadas por el grupo terminaron resolviéndose en chistes gráficos publicados en algún diario o revista. Otros quedaron flotando en ese limbo que quizá el grupo en algunas de sus futuras formaciones incluya en sus espectáculos, o se queden para siempre en el paraíso perdido de las risas que pudieron ser.

Noticias Relacionadas