Diario Hoy habló en exclusiva con un voluntario que participa en las pruebas de la vacuna de Pfizer en el Hospital Militar.
Daniel Rosales tiene 66 años y es voluntario en las pruebas de la vacuna de Pfizer contra el coronavirus. El 18 de agosto fue al Hospital Militar para recibir la primera dosis y en exclusiva dialogó con diario Hoy para comentar su experiencia.
“Llené el formulario para ser voluntario en la prueba de la vacuna Pfizer el 21 de julio a través de internet. El 28 me llamaron para avisarme que había sido seleccionado. Me contaron que el procedimiento sería en el Hospital Militar de CABA, que los traslados serían en un coche cuyo costo estaría a cargo del laboratorio”, relató.
“Una vez allá, una médica me explicó más detalladamente en qué consistía el proceso, los efectos secundarios que podría causar, el tiempo que iba a tardar y los pasos que llevaba la vacuna. También me dijo que debía realizar 6 visitas durante dos años: en las primeras dos me extraerían sangre, me hisoparían y me darían una dosis de la vacuna; en la tercera visita me extraerían sangre para controlar cómo van los anticuerpos y el resto de las visitas serían sólo de control. Me explicaron que el proceso llevaría dos años porque pretenden que los anticuerpos tengan esa duración de tiempo”, continuó.
“Al llegar al hospital me entregaron una bolsa con un termómetro, alcohol en gel, barbijos y snacks para el desayuno. En la mesa de entrada me pidieron el DNI y me colgaron un cartel de identificación con números y letras, luego de esperar unos minutos me llamaron por nombre y apellido y me entregaron los papeles para firmar frente a la doctora”, detalló.
Y agregó: “Antes de vacunarme me pesaron, me midieron la presión, la fiebre y me hicieron varias preguntas sobre mi salud. Después me explicaron que el laboratorio no pagaba nada ya que somos voluntarios, aunque sí me dijeron que yo no iba a tener ningún tipo de gasto ya que ellos se encargarían de cuestiones como el transporte y la comida”.
“Finalmente, me extrajeron la sangre en tres tubitos y me hisoparon. A continuación, me entregaron un celular con una aplicación instalada en la que está toda la información del proceso y que sirve únicamente para comunicarme con los profesionales a cargo del seguimiento. Me explicaron el funcionamiento del teléfono y lo que debo hacer si tengo una urgencia por síntomas médicos. Luego me vacunaron y esperé entre 30 y 40 minutos para que los médicos controlaran que la vacuna no me hubiera causado ninguna alergia. Finalmente, me condujeron a un box donde me sacaron el cartel de identificación, en el que iban pegando stickers por cada paso completado, revisaron que estuvieran firmados los papeles de consentimiento y, por último, me acompañaron al coche que me trasladaría hasta mi casa. El proceso duró exactamente 4 horas”, describió Rosales.
Durante la vacunación, Daniel permaneció de espaldas sin poder ver la jeringa ni cómo le aplicaban el líquido. Tampoco sabe si lo que recibió fue un placebo o la vacuna real. En caso de que haya recibido el placebo y la vacuna se apruebe para su aplicación, tendrá prioridad por haber participado en las pruebas.
“Llegué a mi casa al mediodía y durante ese día me dolió el brazo y me sentí un poco descompuesto del estómago, pero al otro día ya me sentí bien, aunque la molestia en el brazo continuó”, contó. Posteriormente, le dieron un diario electrónico donde Rosales debe detallar si le surgió algún síntoma.
“No sentí miedo en ningún momento, sentí todo lo contrario a miedo. Me gustó colaborar y me sentí muy cuidado en todo momento, es un proceso muy cuidado en el que se toman todos los protocolos sanitarios para estar seguros de cualquier contagio, te cuidan física y mentalmente en todo momento y estoy contento de haber visto a mucha gente joven trabajando en esta vacuna”, concluyó.