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El proyecto nacido en 2017, donde chicos de Arana y Villa Alba encontraron un espacio de contención y aprendizaje, se mantiene incluso durante el período de aislamiento.
28/06/2020 - 00:00hs
En tiempos donde gran parte de la vida pasa por las pantallas, varias actividades debieron adaptarse a ellas. Esto ocurrió con quienes conforman la orquesta-escuela de la Universidad Nacional de La Plata, un grupo que nació como parte de un proyecto de extensión en 2017, creció con el tiempo, y ahora, mudaron las clases y conciertos al mundo digital.
“Esta es una propuesta educativa que utiliza a la música como el medio para fortalecer la integración social, orientada a ampliar las trayectorias de niños de La Plata. Convocamos a chicos de 5to grado de la escuela n°46 de Arana y de “La casita de los pibes” de Villa Alba. El requisito principal fue que tuvieran ganas de tocar, no era una exigencia contar con instrumentos ni saber utilizarlos”, dijo a diario Hoy, Luciana Garatte, directora de la Orquesta.
La iniciativa nació de la Facultad de Humanidades, pero luego comenzó la articulación con otros espacios y participan cinco unidades académicas. Hoy componen la orquesta 38 chicos y 10 profesores (aunque el equipo completo se eleva hasta cerca de 30). Se trata de una orquesta de cuerdas ya que los chicos tocan violines, chelos, violas y violonchelos.
“Gracias a la articulación con las Orquestas infantiles y juveniles de Argentina (Soijar), nos facilitaron instrumentos para empezar. Después se fueron acercando estudiantes de Bellas Artes, músicos del Teatro Argentino y hoy, con el aislamiento, el hecho de haber tenido un recorrido previo nos permitió reprogramar la estrategia de trabajo. Los chicos tienen clases semanales individuales y grupales porque estaban interesados en encontrarse en la virtualidad. Tratamos de garantizar la conectividad y de acercarles los instrumentos, aunque en muchos casos ya los tienen en sus casas porque ganamos un concurso que nos permitió comprar una gran cantidad”, marcó Garatte.
Cabe marcar el trabajo de los profesores, ya que muchos de ellos dan clases como voluntarios y no reciben un rédito económico, eso hace que los chicos y sus familias les agradezcan y valoren las clases.
“Muchas de las familias no conocían los espacios donde los chicos fueron a tocar. Así conocieron museos, teatros, universidades; cada concierto fue la excusa para organizar una actividad educativa y para ellos es siempre una fiesta tocar porque tienen la posibilidad de conocer, aprender y de fortalecer vínculos de amistad, se relacionan con chicos de otras realidades, son muy agradecidos y generosos”, dijo la docente.