En el fatal incendio, murieron 194 personas, cuyos nombres aparecen en las sillas de la foto. "No fue un accidente, fue una masacre", aseguró una de las madres, en diálogo con Diario Hoy.
Familiares de las víctimas y sobrevivientes del desastre de Cromañón realizaron esta tarde una marcha y un recital al cumplirse 17 años del incendio del local bailable, ocurrido el 30 de diciembre del 2004, en el que murieron 194 personas y unas 1.500 resultaron heridas.
La jornada de homenaje comenzó al mediodía en la zona del santuario que recuerda a las víctimas, situado cerca de donde funcionaba el local bailable de Bartolomé Mitre al 3000, en la zona de Once, donde se hicieron trabajos de restauración a una serie de murales que fueron declarados de interés por la Legislatura porteña.
Luego, a las 16, en la Plaza de Mayo, hubo una "pincelada" a cargo de artistas y posteriormente se realizará la lectura de un documento consensuado entre las organizaciones que agrupan a familiares de víctimas y sobrevivientes.
A las 19, con la consigna "Las zapatillas siguen marchando", se realizó una movilización hacia el santuario, donde luego estuvo presente la agrupación de percusión La Chilinga.
También se llevó a cabo previamente un acto de homenaje en el Obelisco, con la actuación de bandas musicales.
En diálogo con Diario Hoy, Silvia Bignami, mamá de Julián Rosengard (18), uno de los jóvenes fallecidos la noche de la tragedia, expresó: "Primero, nos parece importante estar por la memoria. Así estuviéramos conformes, no hay que olvidar, no hay que perdonar. Acá hay 194 sillas que le están diciendo al poder que están presentes".
"Por otro lado, hay un montón de reclamos específicos. Uno es crear las condiciones con políticas públicas para que no ocurra otro Cromañón. No dejar en manos de las víctimas el cuidado, no se trata de que vayan con un matafuego al boliche, de trata de que los jóvenes tengan las condiciones para que divertirse no sea peligroso", agregó.
Además, "pedimos que el lugar donde estuvo el boliche sea declarado un espacio de memoria donde las nuevas generaciones puedan estar reflexionando en talleres sobre aquello que pasó, que sepan que era algo evitable, que fue una masacre -no un accidente- y que tienen derecho a ser jóvenes y seguir viviendo", concluyó Silvia.
Noche fatal
El 30 de diciembre de 2004, 194 personas, en su mayoría jóvenes, murieron al quedar atrapadas en el boliche, cuyo gerenciador, Omar Chabán, permitió el ingreso de concurrentes muy por encima de lo habilitado al recital de la banda Callejeros. A poco de comenzar el mismo, se produjo un foco de incendio en la mediasombra situada en el techo por el uso de bengalas.
En reiteradas oportunidades, los familiares y sobrevivientes presentaron proyectos de ley en la Legislatura porteña para que el edificio del boliche, que es propiedad de Rafael Levy -el mismo dueño que al momento del incendio-, sea expropiado para "resguardar los elementos testimoniales que hacen a su valor histórico-cultural y configuran la memoria histórica colectiva de la Ciudad".
El objetivo es que el lugar se transforme en un espacio para la memoria en recuerdo de las víctimas, que se sume al santuario ubicado enfrente al edificio que, en la actualidad, sirve de espacio de encuentro y homenaje pero que, al estar al aire libre, sufre periódicamente vandalizaciones.