Iniciativa de la Facultad de Psicología

Un equipo de la UNLP recorre las escuelas para concientizar sobre violencia de género

La iniciativa, encarada por la Facultad de Psicología, apuesta a indagar sobre los vínculos nocivos entre adolescentes. Visibilización y desnaturalización, los primeros pasos para revertir un escenario que preocupa

Un equipo dirigido por el vicedecano de la Facultad de Psicología, Xavier Oñativia, e integrado por docentes, graduados y egresados de las carreras que se dictan en esa unidad académica elaboró un proyecto basado en el diseño e implementación de dispositivos de intervención grupal en escuelas secundarias de la región, para promover procesos de identificación, sensibilización y prevención de la violencia de género. Como enfoque, eligieron abordar las primeras relaciones afectivas de los adolescentes, es decir el “noviazgo juvenil”.

Según se explicó, el objetivo del trabajo consiste en “analizar las diferentes formas de violencias contra las mujeres y propiciar la construcción de modos de relaciones más igualitarios entre jóvenes de distintos géneros a través de la puesta en debate de los modos actuales de vinculación”.

Oñativia detalló que también se busca “profundizar los conocimientos respecto al hombre que ejerce la violencia, difundiendo alternativas de atención”. 

El proyecto comenzó en 2012 y desde entonces continúa desarrollándose de manera ininterrumpida. En 2016 se brindaron siete talleres en establecimientos educativos de Villa Elvira, City Bell, Berisso, la escuela secundaria de Astillero Río Santiago y el Colegio Nacional, entre otras. Además, se anunció que se reeditará la experiencia a lo largo de 2017.

En cada experiencia de taller se realiza una encuesta sobre violencia de género a los estudiantes. De un análisis de las respuestas obtenidas se desprendió la importancia de las nuevas tecnologías como un punto ciego donde cuesta identificar la violencia. “Antes, la prueba de amor era la virginidad, hoy es la contraseña del celular o del Facebook. Lo virtual implica tener acceso no solo a la intimidad sexual de tu pareja, sino a toda su intimidad y a un control sobre su mundo relacional”, explicó Oñativia.

El dato que sobresale en los talleres es que hay muchas jóvenes a las que les parece natural revelar sus contraseñas porque “en la pareja no debe esconderse nada”. Muchas de ellas también reconocieron pedir las claves. 

Ese escenario es aún motivo de investigación para el grupo de extensionistas: el objetivo ahora será develar si ese pedido resulta ser una reacción a la imposición y exigencia del hombre. 

Los talleres y su capacidad de acción

Según explicaron, se visita cada institución cinco veces. El desarrollo de los talleres consiste en una presentación de disparadores, de contenidos o de elementos, el trabajo en grupo mediante una consigna y, por último, un plenario donde cada grupo expone lo trabajado a los demás.

En el primer encuentro se aborda qué es violencia, qué formas de violencia reconocen. En el segundo se habla de los roles y estereotipos. La tercera visita tiene que ver con violencia de género en general, mientras que la cuarta versa sobre violencia en la pareja. La actividad final, en tanto, se focaliza en que los participantes realicen una producción propia en base a dos consignas: qué es violencia y cómo podemos ayudar.

Allí, los jóvenes reciben dos cartulinas para que pongan tres respuestas sobre cada tema. Luego, pasan con el grupo al frente y explican lo que hicieron, primero con una consigna y luego con la otra. Oñativia explicó que, de esta manera, “en el pizarrón se plasma la producción de todo el taller. La visibilización, la desnaturalización y el cómo podemos ayudar”

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