cultura

Witold Gombrowicz vivió en Argentina casi durante dos décadas

El escritor vivió 24 años en el país.

En 1939, tres escritores polacos fueron invitados al viaje inaugural del transatlántico Chzobly, que saldría del puerto de Gdanzk, sobre el Báltico, rumbo a Buenos Aires. Dos semanas después de la llegada empezó la guerra, y los invitados no pudieron volver a Europa. Uno de ellos, Witold Gombrowicz, se quedó 24 años.

Provenía de una familia aristocrática, con varios siglos de antigüedad, pero no era conde –como creían en Buenos Aires-, ni tampoco duque o marqués. Sin embargo, vivió una juventud dorada, en medio de los lujos que se permitían las grandes familias europeas antes de la guerra. La vida en Varsovia le irritaba por el desequilibrio que había entre el pueblo y la aristocracia. Cuando salió de Polonia ya había terminado un libro de narraciones, Memorial de la época de la inmadurez, una pieza de teatro; y una novela, Ferdydurke, que fue publicada en Polonia en 1937. En los años de la guerra pensó volverse a Polonia, pero llegó el comunismo y decidió quedarse en Argentina. Su vinculación con la colonia polaca en Buenos Aires le permitió conseguir un puesto como secretario del Banco de Polonia. En los medios literarios casi no lo conocían. Sus bromas no eran bien vistas. Para él, un solo nombre valía la pena en la literatura argentina: Ernesto Sábato.

Cada mañana se levantaba a las 9 y tomaba el desayuno. Escribía hasta el mediodía, almorzaba, dormía la siesta, recibía visitas, comía a las ocho y se acostaba a las once. Decía que un escritor nunca sabe si es famoso: “Un actor escucha los aplausos, un pintor ve al público en la galería, un escritor no sabe nada”. Escribía sus textos a mano, con una letra puntiaguda y aplicada. Corregía todo el tiempo. Le gustaba Perón “porque sus discursos eran claros, sabía adónde iba”•

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