Desmond Tutu fue despedido en Sudáfrica

En la misma catedral anglicana donde el arzobispo predicó por una sociedad más justa e igualitaria, una larga columna de gente se acercó para darle el último adiós en una ceremonia austera, como había pedido.

"Papá diría que el amor que todo el mundo nos mostró (esta semana) es reconfortante. Les damos las gracias por haberlo querido tanto”, dijo la hija de Desmond Tutu, Mpho, a la pequeña multitud de amigos, familiares, sacerdotes y simpatizantes que colmaron la catedral anglicana donde el arzobispo fue despedido por última vez.

Bajo un cielo gris y una ligera llovizna, una columna de personas fue llegando sin cesar hasta llenar el templo, incluida la viuda del último presidente blanco del país, De Klerk, cuyo esposo también falleció recientemente, y el actual mandatario Cyril Ramaphosa.

Además, estuvieron presentes amigos cercanos, como la expresidenta irlandesa Mary Robinson, la viuda de Nelson Mandela, Graça Machel, Letsie III, el rey del vecino Lesoto, y un representante del dalái lama.

Ramaphosa pronunció el panegírico después de la comunión y entregó a la viuda de Tutu, “Mama Leah”, como la llaman cariñosamente los sudafricanos, una bandera nacional.

Una ceremonia austera

Tutu falleció el domingo pasado a los 90 años y su noticia desató una ola de reconocimiento no solo dentro de Sudáfrica, sino en todo el mundo. Pese a ello, el arzobispo fue despedido de manera simple, como había pedido.

Un féretro de pino –“el menos caro posible”– y una ceremonia en la iglesia donde predicó contra el apartheid. Un homenaje, había pedido, a como había vivido en un país donde la asimetría entre ricos y pobres, blancos y negros, sigue siendo dominante. La caja de madera clara no tenía asas de oro, sino simples trozos de cuerda para llevarlo, que recordaron a muchos el sobrio cinturón de los frailes franciscanos, con un ramo de claveles blancos encima. Tutu no quiso ninguna otra flor en la iglesia.

Un amigo cercano y su antiguo número dos cuando era arzobispo, el exobispo Michael Nuttall, fue la persona que eligió para pronunciar el sermón: “Nuestra relación podría decirse que tocó la fibra sensible en los corazones y las mentes de muchos: un dinámico líder negro y su adjunto blanco, en los últimos años del apartheid, no era poca cosa”.

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