Alberto Fernández participó del cierre de la Camarco

El presidente agradeció a los empresarios su "compromiso con el sistema republicano y la convivencia democrática" y fue critico con los discursos de odio y las expresiones violentas.

El presidente Alberto Fernández estuvo en La Rural en el cierre de la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) y entre otras temáticas, repudió el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el pasado jueves.

El mandatario le agradeció a los empresarios por su compromiso con el sistema republicano y la democracia. "es una muestra de madurez política ver a los empresarios argentinos comprometidos con la institucionalidad", señaló. 

Hizo una reflexión sobre la persona que intentó asesinar a la vicepresidenta. Alberto dijo que no era "un monstruo escapado de alguna tierra lejana" y lo caracterizo como: "un joven, un miembro de nuestra nación, nuestra comunidad, nuestro país, que un día se ubicó fuera de los márgenes de la democracia, lleno de odio, de violencia, de rencor". 

Agradeció que Cristina esté viva y sobre los discursos de odio, Fernández advirtió que: "desde hace muchos años observamos cómo el discurso del odio y las expresiones violentas fueron volviéndose moneda corriente entre nosotros".

Participaron también de la jornada el jefe de Gabinete, Juan Manzur; los ministros de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi; y Obras Públicas, Gabriel Katopodis; la presidenta de Agua y Saneamientos Argentinos (AYSA), Malena Galmarini, y el Administrador del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA), Enrique Cresto.

Además disertaron los secretarios generales de la Confederación General del Trabajo (CGT), Héctor Daer, y de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), Gerardo Martínez, y los presidentes de Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja; de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo Gabbi; de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), Natalio Grinman; y de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, entre otros.

El discurso completo de Alberto Fernández:

Señoras y señores:

El viernes pasado estaba invitado a Neuquén por la Unión Industrial Argentina para celebrar el Día de la Industria. La tentativa de homicidio del que fue víctima nuestra vicepresidenta de la Nación, generó un estado de conmoción tal que objetivamente impidió cualquier festejo.

Ese mismo viernes, el presidente de la Unión Industrial Daniel Funes de Rioja, dejó presuroso aquella provincia para sumarse al encuentro que personalmente convoqué en la Casa de Gobierno para que, con la presencia de distintos actores de nuestra sociedad civil, pudiéramos repudiar lo ocurrido y reflexionar sobre la imperiosa necesidad de restablecer la convivencia democrática desterrando la violencia en cualquiera de sus formas.

En esa misma reunión estuvo presente también el presidente de esta cámara empresaria, Gustavo Weiss. Es precisamente él quien hoy nos convoca a conmemorar el Día de la Construcción.

Quiero agradecerles a ambos su presencia en aquél encuentro y el compromiso que expresaron en favor del sistema republicano y de la convivencia democrática. Es una muestra de madurez política ver a los empresarios argentinos comprometidos con la institucionalidad, repudiando la violencia y las voces que lastiman la tan necesaria unidad nacional.

Del mismo modo se expresaron muchas fuerzas políticas, las organizaciones sindicales, sociales y particularmente las de derechos humanos.

La Argentina está lastimada.

No es para menos. La memoria democrática no recuerda una imagen tan tremenda como aquella que vimos cuando alguien martilló una pistola a escasos centímetros de la cabeza de nuestra vicepresidenta. Haya sido como consecuencia de un milagro o de una falla mecánica, el homicida no logró su objetivo y eso nos alienta hoy a poder reflexionar sobre lo ingrato del hecho que deja al descubierto el tiempo en el que vivimos.

Hoy tenemos dos certezas que nos deparan algo de alivio.

La primera, es que Cristina está viva.

La segunda, es que quien empuñó el arma asesina está detenido, siendo investigado por la justicia.

Yo tengo otra certeza. Quien intentó llevar adelante un magnicidio no es un monstruo escapado de alguna tierra lejana, ni viene de otra galaxia, ni nació marcado para ser asesino. Es uno de nosotros. Un joven, un miembro de nuestra nación, nuestra comunidad, nuestro país, que un día se ubicó fuera de los márgenes de la democracia, lleno de odio, de violencia, de rencor, y rompió nuestro acuerdo de convivencia, nuestro pacto democrático.

Desde hace muchos años observamos cómo el discurso del odio y las expresiones violentas fueron volviéndose moneda corriente entre nosotros.

Alguien expresa en un almuerzo televisado que una ex presidenta es “el cáncer” de la Argentina y todos siguen comiendo como si nada grave se hubiera dicho.

Unas decenas de personas cuelgan bolsas mortuorias de las rejas de la Casa de Gobierno. A cada una de ellas le ponen nombre y apellido para que la intimidación surta efecto. Algunos medios de comunicación corren presurosos para difundir la escena y hasta lograr los testimonios de los autores del “montaje”, extraño modo de llamar a la barbarie.

Un fiscal acusa a una expresidenta. Más allá de la liviandad jurídica que exhibe, solo es una acusación y por lo tanto la “acusada” merece ser considerada inocente porque ninguna sentencia judicial la ha condenado. Sin embargo, ello basta para que dirigentes opositores alcen discursos impiadosos en redes sociales y en medios de comunicación y para que un diputado se monte en el hecho reclamando la pena de muerte para la acusada. Así construyen las “condenas sociales”.

Un diario de alcance nacional anuncia en tapa a cuatro columnas que los patrimonios del presidente y de la vicepresidenta se triplicaron de un año para el otro. La información es aviesamente falsa. Pero eso no importa porque el objetivo no es informar si no solo generar indignación en quien lo lee.

¿Cómo fue que ocurrió que los argentinos acabamos por naturalizar tanta infamia? ¿Cómo fue que sucedió que la decrepitud de los discursos antidemocráticos acabara cooptando los espacios mediáticos y las redes sociales? ¿Cómo fue que un diputado nacional convoque al enfrentamiento de un pueblo afirmando “son ellos o nosotros”?

En una sociedad no todos somos iguales. No todos expresamos los mismos intereses. Diferimos en cuestiones políticas, religiosas y en muchos otros temas. La diversidad es constitutiva de una sociedad y el respeto a la diversidad es la regla que en democracia se impone.

Sabemos en consecuencia que hay quienes piensan como nosotros y hay quienes no. Pero aun sabiendo eso, lo que sí no debemos poner en tela de juicio, es que en una sociedad todos estamos incluidos y todos debemos respetar y ser respetados en nuestra individualidad.

Esta democracia que el año entrante cumplirá cuarenta años de vigencia ininterrumpida nos ha costado mucho. La pagamos con vidas, con desapariciones, con torturas, con exilios y con muchas otras frustraciones.

Necesitamos poder crecer en paz y unidos. Estos propósitos no lograremos concretarlos si no asumimos de una vez y para siempre la obligación que nos cabe de garantizar la convivencia democrática. Si es ese nuestro objetivo no les demos más espacio a los cultores del odio, a los que se valen de la libertad de opinar para difamar y desalentar al pueblo, a los que se encumbran en la democracia solo para desprestigiarla con discursos que no dejan de repudiarla, a los que siembran la violencia con el solo objeto de enfrentarnos.

Hoy nos ha dejado Magdalena Ruiz Guiñazú y debemos recordar su trabajo comprometido en la Conadep.

Forjamos los cimientos de esta democracia con memoria, verdad y justicia. Supimos unirnos para salir con más democracia cuando alguna crisis militar, política, económica, nos desafió.

Dijimos Nunca Más. Y cuando dijimos Nunca Más, no le dijimos Nunca Más solamente a la dictadura militar, las desapariciones y la tortura. Le dijimos Nunca más al odio, a la violencia, a la persecución, a los desencuentros. A la falta de justicia y de debate democrático.

Somos el Gobierno de los argentinos que quiere convocar a su pueblo a vivir en unidad y en paz. Ambas son condiciones esenciales para salir de estos años difíciles que hemos debido atravesar.

Ahora, enfrentemos el futuro.

Debo señalar mi coincidencia con el lema que han elegido para esta Convención de 2022:

“Construyamos con Impacto. Las obras nos trascienden”

Es hora de impactar en la realidad para que empiecen a generarse los cambios que la Argentina viene demandando desde hace mucho tiempo. Estamos construyendo obras que disfrutarán, no solo nuestros contemporáneos, sino también las futuras generaciones.

Es cierto que en la gestión de gobierno debemos atender al mismo tiempo las demandas más urgentes o inmediatas de la sociedad. Pero ello no nos libera de observar el largo plazo en el que se asientan lo trascendente y lo estructural.

Tenemos una suerte de tenaza que presiona sobre nuestras decisiones: lo inmediato y lo estructural.

Nosotros constatamos todas las semanas el enorme impacto que tienen muchas obras, tal vez más pequeñas, en las comunidades, en los barrios, en localidades medianas.

Hemos visto cuánto cambio significa entubar un curso de agua, construir un puente o un paso bajo nivel. O las obras de saneamiento o el asfalto y los mejoramientos de los barrios que también tienen un gran impacto en la vida cotidiana de miles de personas.

La gente nos lo hace saber cuando recorremos los avances de obras o realizamos alguna inauguración. Esas obras también trascienden porque mejoran en mucho a la vida de nuestra gente.

Sin embargo, esas obras no nos hacen perder de vista aquellas otras que resultan estratégicas para nuestro desarrollo.

Detengámonos un instante en la infraestructura energética.

Estamos construyendo el gasoducto Néstor Kirchner que nos permitirá abastecer a todo el país con gas y también exportar y no solo ahorrar, sino generar divisas.

El jueves pasado junto a YPF acordamos con Petronas, una empresa de Malasia, la construcción de un gasoducto desde Vaca Muerta hasta el mar y de una planta de licuefacción de gas que nos va a permitir exportar y generar divisas.

Menciono solo estas dos, pero en el programa de más de 5000 obras en ejecución que venimos desarrollando se encuentran 120 que tienen carácter estratégico.

En todo el país, en todas las provincias y municipios sin importar el color político.

Con todas esas obras vamos a hacer realidad la consigna: vamos a tener impacto y esas obras nos van a trascender.

Como tantas veces se ha repetido, la construcción es madre de industrias. Ha sido y es para nosotros un termómetro de la marcha de nuestra economía.

Sobre la base de informes privados y los estudios del INDEC estamos viendo que se mantienen altos los principales indicadores de la actividad de la construcción durante este año.

Para nosotros la Obra Pública es el motor de la economía. Lo sostenemos con hechos. Sistemáticamente hemos ido incrementando el presupuesto.

El Presupuesto ejecutado en 2021 fue un 278% superior al ejecutado en 2019.

El nivel de inversión ejecutado en 2021 medido en términos de porcentaje del PBI representó un crecimiento real de más de un 90% respecto a los 3 años previos, y se ubica en niveles próximos a los más altos de los últimos 10 años.

Ustedes saben bien que en diciembre de 2019 el 70 % de la obra pública estaba paralizada. Que los atrasos en los pagos a los proveedores eran cercanos a los $40 mil millones.

Como antes dije, hoy tenemos más de 5000 obras en ejecución.

Ya hemos otorgado más de 60.000 créditos para la vivienda y entregado más de 55.000 viviendas y tenemos 120.000 más en construcción. Tenemos en el Ministerio de Desarrollo Social el Programa Mi Pieza que son pequeños créditos para brindar soluciones habitacionales.

Sabemos bien que cada vivienda terminada saca de la situación de pobreza a una familia y ha significado empleo para muchas personas, tanto en trabajo directo como indirecto.

El gremio de UOCRA registraba poco más de 220.000 obreros en diciembre de 2019. Lo duplicó en 32 meses alcanzando un récord histórico; hoy supera los 430.000 obreros registrados. De cada 10 trabajadores en la construcción 5 están en la obra pública.

Cuando mejora la construcción mejora la economía y cuando mejora la economía mejora la construcción.

En Argentina consumimos internamente cerca del 70% de lo que producimos. La salud de los negocios está en directa relación con la capacidad adquisitiva de los salarios. No podemos pensar en un mercado interno poco dinámico o concentrado en un porcentaje reducido de nuestra población.

Por eso sostenemos la necesidad de mejorar el poder adquisitivo de los salarios y siempre que tengo oportunidad de compartir con empresarios lo recuerdo. Esto nos involucra a todos.

Las viviendas no pueden ser solo para un 30% de las familias argentinas. Tenemos que generar mejores condiciones para el acceso al crédito de nuestros sectores medios.

Debemos trabajar juntos sector público y sector privado, las universidades, las diferentes ONGs que estudian estos temas para generar proyectos que se traduzcan en obras que como nos plantea el lema de esta Convención impacten en nuestra población.

Tenemos muchas demandas insatisfechas. Esto debemos pensarlo más que como un déficit como una oportunidad.

Permítanme para finalizar realizar una última reflexión.

Un día como hoy, un 6 de septiembre, pero de 1930 en nuestra querida Argentina se produjo un Golpe de Estado, encabezado por el General José Uriburu contra quien fuera dos veces presidente constitucional de la Argentina, Don Hipólito Yrigoyen.

Con ese Golpe militar se inició una práctica nefasta para la salud democrática de la Argentina. El Siglo XX estuvo signado por los Golpes de Estado que condicionaron el funcionamiento de las instituciones y la voluntad de los argentinos y argentinas.

Por más de 50 años esas formas de autoritarismo y desprecio político se instalaron como parte del repertorio con el cual convivíamos.

Y comenzó precisamente un 6 de septiembre de 1930.

En días tan complejos y angustiantes como los que vivimos en esta última semana no es en vano que recordemos aquellos acontecimientos con la perspectiva de sus consecuencias. Cuando enfrentamos momentos graves debemos estar muy alertas, porque después nos lamentamos por todo aquello que no hicimos y estaba en nuestras manos poder hacer.

El intento de asesinato de la Vicepresidenta, además de su dimensión humana, es de una enorme gravedad política e institucional. El pueblo argentino se conmocionó y salió a las calles a expresar su repudio. No hubo un solo acto de violencia. No hubo una sola vidriera rota. Era un pueblo conmovido reclamando paz y respeto en la convivencia.

Todos los argentinos debemos sinceramente reflexionar sobre lo acontecido y contribuir desde nuestro sitio a una mejor convivencia entre todos. El recuerdo del derrocamiento del presidente Yrigoyen y la forma en que la democracia nos fue arrebatada hace exactamente 92 años hoy nos puede servir. Es un espejo que nos alerta.

Cuidemos nuestras instituciones. Protejamos a la democracia de todos aquellos que la desprecian. No son ellos o nosotros. Somos todos y todas. El pueblo de la Nación argentina.

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