Casi la mitad de los chicos del conurbano están mal nutridos
El relevamiento fue realizado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana en niños y jóvenes de 0 a 19 años con riesgo de bajo peso, sobrepeso y obesidad. Según el informe, la situación se agrava con la recesión y la inflación. Advierten mayor demanda en los comedores escolares
La soberbia de quienes ostentan cargos públicos muchas veces chocan con la ignorancia del que, mirando desde arriba, no camina las calles, no mete los pies en el barro ni transita las zonas más humildes de la Argentina, allí donde la realidad duele, las privaciones (económicas, educativas, alimentarias) alcanzan a 13 millones de pobres y se manifiestan ante los ojos de quien quiera ver.
En parte, de esto dio cuenta un reciente relevamiento realizado en el conurbano por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, que advirtió que entre los niños y jóvenes de edad escolar, de 6 a 12 años, el 43% presentan malnutrición (78% riesgo de bajo peso, 4% bajo peso, 19% sobrepeso, 13% obesidad); y el 4% baja talla; mientras que en adolescentes de 12 a 19 años, la malnutrición afecta al 39% (4% riesgo de bajo peso, 8% bajo peso, 17% sobrepeso, 10% obesidad); y 6% baja talla.
“Para muchos de estos chicos, su única comida es la que consumen en el colegio y nada más. Que los niveles de mal nutrición lleguen a esta franja etaria es una manifestación cabal de que la alimentación que provee el Estado es insuficiente”, le dijo a Hoy el director del Isepci, Isaac Rudnik, y aseveró: “Parece que los gobernantes no entienden a estos compatriotas, no ven sus necesidades y no comprenden que para modificar su situación apenas bastaría con la voluntad política de incrementar el dinero destinado a garantizar la alimentación digna de los niños y jóvenes”.
Los hallazgos surgieron del análisis realizado entre marzo y mayo por el Instituto en los comedores y merenderos abiertos por la organización social Barrios de Pie en diferentes partidos del Gran Buenos Aires y arrojaron, además, cifras graves en los lactantes (0 a 2 años), donde el promedio de malnutrición es de 44%, de los cuales 14% están en bajo peso; 10% en riesgo de bajo peso; 17% en sobrepeso; 10% en obesidad; mientras que en relación con la talla, el 22% de ellos tiene baja talla para su edad.
En tanto que en niños y niñas de 2 a 6 años, el 46% presentan malnutrición, 4% riesgo de bajo peso, 4% bajo peso, 22% sobrepeso, 16% obesidad y el 16% baja talla.
Efectos de una herencia pesada
“Resulta significativo resaltar que en relación con los datos de 2014 ha aumentado la malnutrición, de 44 al 46%”, alertó el responsable del Isepci y explicó que “la situación no es nueva, viene de una herencia muy pesada, pero se ha agravado la recesión a costa de los sectores de más baja productividad, sumado al incremento en los precios de la Canasta Básica diaria, a los tarifazos y la inflación generalizada [N. del R.: que estudios privados ya estiman en más del 45% interanual]. Estos elementos complican todavía más la situación de familias que ya estaban en la pobreza y se refleja en una demanda creciente de porciones de comida en los comedores”.
Para el especialista, el constante aumento en los precios han obligado a una disminución “significativa” en el consumo de lácteos, frutas y carnes, “que pueden proveer más proteínas”, por lo que la dieta familiar se constituye “principalmente por fideos y polentas, que son en general más baratos pero menos nutritivos”.
Pero, “si el desarrollo físico es malo, no puede haber crecimiento intelectual, normal y en buenas condiciones”, reflexionó Rudnik, y llamó la atención de las autoridades para que hagan hincapié en “aquellas familias que, sumergidas en la línea de la pobreza, hoy no pueden garantizar el alimento a sus hijos y las secuelas pueden ser fatales”.
“Hay que trabajar para lograr la seguridad alimentaria de todos”
Por Dra. Adriana Noacco (Coordinadora del Centro de Desarrollo Comunitario de la UBA)
Especial para Hoy
Desde hace un tiempo, en la Argentina no tenemos datos oficiales sobre la problemática de la pobreza y el hambre. Las cifras que se pueden tomar como referencia, sin ser oficiales, los aportan estudios privados y organismos como UNICEF, para quien entre el 25% y el 32% del total de niñas y niños son pobres en la Argentina. Esto implica un valor que oscila entre 3,3 y 4 millones de niñas y niños.
Ahora bien, tenemos que entender que la pobreza, es multidimensional, o sea que por lo menos, dos de sus variables de medición están presentes en las personas que están afectadas. Reflejan las privaciones en al menos uno de los derechos (nutrición, acceso al agua potable, saneamiento, vivienda, información) reconocidos. Y cada vez que algunos de estos derechos sufren privación está en riesgo la situación de seguridad alimentaria, y con ello, las probabilidades de padecer hambre en algún momentos, aumentan.
Y desde los ámbitos gubernamentales, académicos, etc. hay que trabajar para lograr la seguridad alimentaria, concebida cuando todas las personas tienen en todo momento acceso, físico, social y económico a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana.