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La política de tasas altas del Gobierno libertario empuja a los bancos a endurecer las líneas de créditos, dejando a miles de familias sin chances de la casa propia.
11/09/2025 - 00:00hs
El resultado electoral del domingo terminó de congelar el funcionamiento del mercado inmobiliario. A las tasas prohibitivas fijadas por la política monetaria del gobierno de Javier Milei, se sumó la decisión de dos bancos oficiales de suspender las líneas de crédito hipotecario, mientras que el resto, sin anunciarlo abiertamente, endureció sus condiciones hasta volverlas inalcanzables. El scoring se volvió imposible para la mayoría de los deudores, y los desarrolladores ralentizaron o directamente frenaron las obras.
La decisión de los bancos
El Banco Ciudad y el Banco del Chubut confirmaron la suspensión de sus líneas de crédito, algo que en la práctica ya venían aplicando, aduciendo problemas de liquidez a largo plazo. El Banco Nación, principal referente del sector, aseguró que las tasas —actualmente entre 4,5 y 4,9%— se mantienen sin cambios, pero evitó precisar si congeló las hipotecas.
En esa línea, los bancos exigen ingresos mucho más altos, garantías más sólidas y redujeron los plazos de financiación, mientras las tasas treparon al 15%. Para una propiedad de 100 millones de pesos, se requieren ingresos mensuales de entre 2 y 4 millones, además de respaldos laborales y financieros cada vez más estrictos.
Falta de fondeo y parálisis de obras
El principal obstáculo sigue siendo la ausencia de un fondeo estable que permita sostener préstamos de largo plazo. Las entidades prefieren congelar las solicitudes antes que exponerse a riesgos mayores.
En este contexto, el Banco Ciudad anunció que continuará con los 600 créditos ya en trámite, pero no tomará nuevos. El Banco del Chubut, por su parte, levantó parcialmente la suspensión, aunque sin claridad en sus canales oficiales.
En paralelo, la construcción también se vio golpeada. Entre enero y mayo, en CABA se habían firmado 5.300 escrituras con hipoteca (un salto del 960% interanual), pero en agosto el consumo de insumos cayó 8,6% mensual y 5,5% interanual. Los costos en pesos se dispararon por la devaluación y la inflación, mientras los precios de venta crecieron apenas un 15% en 18 meses. Así, la rentabilidad de los proyectos se derrumbó y muchos quedaron en carpeta.
El impacto se siente en los barrios y en la vida cotidiana. Familias, trabajadores independientes y profesionales con sueldos promedio se ven obligados a seguir alquilando, mientras los proyectos de vivienda social pierden impulso. Las cifras muestran que la brecha entre quienes pueden acceder a un crédito y quienes no se amplía a pasos agigantados, consolidando un mercado residencial cada vez más excluyente y concentrado en pocos sectores.
En síntesis, el modelo económico de Milei promete libertad de mercado pero entrega parálisis. El crédito hipotecario, herramienta histórica de movilidad social, quedó reservado para una elite con ingresos millonarios, mientras la clase media ve esfumarse el sueño de la vivienda propia.
Lo que el Gobierno llama “disciplina monetaria” hoy se traduce en salarios pulverizados, obras detenidas y familias sin posibilidades para acceder a un techo digno.