El SAME de Larreta en “emergencia”

Ausencia de profesionales, tercerización de la atención médica y ambulancias fantasmas son algunas de las sombras que se ciernen sobre uno de los “emblemas” del PRO desde su creación.

¿Qué es salud pública? Una pregunta que no es fácil responder. Una respuesta válida podría ser que es la actividad encaminada a mejorar la salud de la población.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino también es el estado de bienestar somático, psicológico y social del individuo y de la colectividad”. Es una definición progresista, en el sentido de que considera la salud no solo como un fenómeno somático (biológico) y psicológico, sino también social.

En ese marco, mayor relevancia cobran entonces quienes son los encargados de velar por la salud de la población. Por un lado, los ­profesionales en los diferentes ámbitos, pero también la clase ­política, que es la encargada de ­destinar ­justamente los fondos que, en mayor o menor medida, podrán generar las posibilidades de acceso a la salud equitativas para toda la población.

Cuando todo este delicado ­sistema, destinado nada más y nada menos que a garantizar uno de los derechos primordiales de la sociedad, comienza a verse teñido de de­terminadas sospechas sobre la for­ma de administrarse, se hace necesario poner blanco sobre negro.

En el caso de la salud, la emergentología es uno de esos ejes fundamentales, porque justamente está vinculada a la inmediatez y a la necesidad de contar con esa atención donde sea. En la Ciudad de Buenos Aires, el SAME es considerada sin dudas una de las joyas más valoradas en ese sentido.

La historia

El SAME fue creado el 16 de agosto de 1991, mediante el decreto 3.310/1991. Sin embargo, los primeros pasos se remontan a 1883, con la entonces denominada Asistencia Pública de Buenos Aires, que comenzó a funcionar como un servicio de primeros auxilios. Luego, en 1969, fue reemplazada por el Centro de Información para Emergencias y Catástrofes (Cipec).

Actualmente, el SAME tiene su sede central en Monasterio 480, la cual fue inaugurada en 2012.

Servicio de emergencia en “emergencia”

La Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires ya había analizado entre los años 2012 y 2014 el funcionamiento del SAME y advertía al entonces jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, sobre “la precariedad con la que viene ­funcionando, desde hace años, el Sistema de Atención Médica de Emergencia”. “Las falencias existen y el gobierno de la Ciudad tiene la obligación de solucionarlas y no seguir arrastrándolas año tras año como está sucediendo”, indicaba.

Se trataba de un sistema de atención que Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal querían “extender al Conurbano”, algo que luego, con la llegada de Vidal a la Gobernación bonaerense, ocurrió.

En aquella voz de alerta se hacía referencia a la demora en la atención, a la falta de profesionales y al estado de las ambulancias. “El SAME no tiene estructura médica propia para los móviles y se sostiene con profesionales de otros efectores del sistema”, advertían.

Diez años después, poco ha cambiado, e incluso los problemas se han profundizado.

La despersonalización de la salud

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en enero de 2021 sumó al SAME la telemedicina. Se trata de una videollamada entre el paciente o el acompañante y un profesional médico. La incorporación de la imagen permite optimizar la asistencia y las indicaciones a distancia.

Por ejemplo, en el caso de que un paciente no respire, permite mostrarle a quien esté a su lado cómo hacer maniobras de RCP hasta la llegada de la ambulancia.

Según números del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la línea 107 recibe más de 2.000 llamados diarios. Tiene una velocidad de respuesta que se encuentra por debajo de los 15 minutos máximos establecidos internacionalmente para la atención de emergencias.

Sin embargo, la puesta en marcha del nuevo método de atención hizo que, según señalaron fuentes confiables a este multimedio, “el 40% de los llamados que ingresan se resuelvan por el sistema de telemedicina”, lo cual ha generado un mar de dudas en la comunidad médica que trabaja en el cuerpo de atención de emergencias que conduce el doctor Alberto Crescenti, ya que entienden que es un porcentaje demasiado elevado que se deja de alguna manera librado solamente a una atención telefónica sin conocer realmente la gravedad del caso.

Ambulancias fantasmas

La tarea de los ambulancieros en la asistencia de la emergencia es fundamental. Sin embargo, la condición laboral de quienes realizan esa tarea dentro del SAME se encuentra en un “limbo”, donde se los considera “administrativos”, por lo tanto su sueldo ronda los $50.000 mensuales, para jornadas que suelen ser extenuantes.

Pero no solo sus derechos como trabajadores se encuentran vulnerados, sino que las condiciones complican aun más su tarea. En los 24 hospitales de la Ciudad de Buenos Aires desde donde se despachan las ambulancias, llama la atención de muchos la ausencia de personal médico.

En algunos casos, de cuatro profesionales que deberían estar para cubrir una emergencia, hay solamente uno. Y no es un caso aislado, sino que es más bien una constante. Según denuncias que llegaron a este diario Hoy, hay ambulancias que han llegado a lugares sin médicos.

Los profesionales llegarían de la mano de Crescenti. Se trata de un selecto grupo de profesionales egresados de la Fundación Barceló, donde la cara visible del SAME da clases hace más de 22 años.

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