El Gobierno defiende
su superávit sacrificando la ayuda de los sectores más golpeados por
la crisis. Motosierra
donde más duele.
En su afán por mostrar un superávit fiscal, el gobierno de Javier Milei volvió a recortar donde más duele. Esta vez fue el turno de los sectores que dependen de las asignaciones familiares para sobrevivir.
Por primera vez desde que asumió, el gasto real en asignaciones y AUH cayó en términos interanuales. Lo que hasta ahora se sostenía como colchón social, comienza a ser víctima de la motosierra oficial.
El informe
Según un informe de la consultora Analytica, en julio el gasto en asignaciones cayó un 20,6% respecto al mismo mes del año anterior, lo que derivó en una baja del 5,7% del gasto total en Asignaciones Familiares y AUH a precios constantes. La AUH, si bien tuvo una leve suba real (+5,6%), no logró compensar el recorte generalizado.
El recorte forma parte del brutal ajuste fiscal que el Gobierno profundizó en medio de la recesión económica. En julio, el gasto en Programas Sociales bajó 35,5%, los subsidios se achicaron 26,6% y la obra pública se desplomó un 42%. En ese contexto, las asignaciones familiares, que eran una herramienta de contención social, también fueron alcanzadas por el ajuste.
Una motosierra selectiva
Mientras el Gobierno recorta con dureza el gasto en sectores vulnerables, sostiene con firmeza beneficios para los grupos más poderosos. Las rebajas de retenciones, la exención de impuestos a importadores y la eliminación de tributos como el impuesto PAIS explican parte de la caída de ingresos del Estado. En este contexto, el Ejecutivo busca compensar la baja con recortes a los sectores populares.
La Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP) reveló que los ingresos totales de la Administración Pública Nacional cayeron un 1,1% interanual en julio. El problema no es solo la caída de la recaudación producto de la recesión, sino que además el Gobierno renuncia voluntariamente a cobrarle a los que más tienen, mientras exige “responsabilidad fiscal” cuando se debate cualquier mejora para jubilados, educación o salud.
En ese marco, el recorte de asignaciones revela el verdadero orden de prioridades. El “colchón social” que amortiguaba el ajuste se está agotando y el discurso del superávit se sostiene a costa del bienestar de los sectores más vulnerables.