EN FOCO

Macri y la fantochada de los aplaudidores

El presidente Mauricio Macri ayer mostró que se parece, y mucho, a su antecesora, Cristina Kirchner. No solo por el contenido de sus políticas económicas, que no hicieron más que profundizar el saqueo de los recursos naturales, la recesión y recalentaron aún más la espiral inflacionaria heredada de la era K, sino también por la necesidad de hacer puestas en escena con el único objetivo de recibir el apoyo de los típicos alcahuetes y aplaudidores.

Ayer, en la Casa Rosada, no estaban los militantes rentados de La Cámpora y los funcionarios K que festejaban cada una de las afirmaciones de Cristina Kirchner. Los que se vistieron de aplaudidores fueron un puñado de grandes empresarios, responsables en su gran mayoría de compañías monopólicas que fijan los precios y que históricamente aparecen vinculadas al poder político de turno.

La excusa del convenio fue firmar un compromiso para no despedir trabajadores durante 90 días. El acuerdo fue una auténtica fantochada: por un lado porque se trata de una mera expresión de deseo, la adhesión es voluntaria y sabido es que en el sistema capitalista nadie en su sano juicio va a arriesgar su patrimonio sabiendo de antemano que va a perder.

Las PyMEs, y los pequeños y medianos productores del país, fueron los grandes ausentes de ayer. Los que sí estuvieron  fueron los responsables de la brutal remarcación de precios que aplican a partir de su rol dominante en la cadena de comercialización, poniendo en jaque no solo a los consumidores, sino también a los productores de las economías regionales que se quedan con un pequeño porcentaje de los precios que se terminan pagando en las góndolas.  Por este motivo, pese a la abrupta devaluación que se aplicó no bien asumió el nuevo gobierno el pasado 10 de diciembre para favorecer las exportaciones, siguen con la soga al cuello, tal como lo venimos informando en las páginas de Hoy

Una clara muestra de que se trató de una reunión de aplaudidores, es la letra misma del “compromiso” firmado por los empresarios. “Creemos que las medidas que está tomando el gobierno nacional son las adecuadas para la creación de nuevos puestos de trabajo”, dice el documento.

La movida, en rigor, fue una suerte de estrategia para intentar amortiguar el impacto político que tendrá la ley antidespidos que se terminará aprobando en el Congreso nacional, por iniciativa de distintos bloques de la oposición, pero que es rechazada por el gobierno.

Lo que parecen olvidarse, tanto macristas como opositores, es que este tipo de iniciativas están destinadas al fracaso si no se atacan las cuestiones de fondo que impiden que la economía de nuestro país vuelva  a crecer y se generen puestos de trabajo genuinos. En ese sentido, es imposible que las PyMEs -que son las principales generadoras de empleo- puedan salir flote si no acceden a créditos blandos, que fomenten el trabajo y la producción. El acceso al crédito, con una tasa usurera impuesta por el Banco Central que no baja del 38%, está prácticamente vedado. Lo mismo ocurre con los préstamos hipotecarios, lo que lleva a que la construcción, que es la madre de las industrias en nuestro país, siga estancada.
A su vez, la actual política impositiva es la misma que la aplicada durante la era K. Los bancos, que son los grandes favorecidos con las altas tasas de interés, siguen sin pagar un solo centavo en concepto de renta financiera, mientras el gobierno incumple con sus promesas de bajar el IVA y tampoco modifica esa aberración que significa que millones de asalariados sigan pagando el Impuesto a las Ganancias. Mientras todo esto sucede, el gobierno nacional se abraza con las megamineras, grandes favorecidas de la era K, que saquean nuestros recursos naturales, y fueron favorecidas con una escandalosa baja de las retenciones (ver Socios en el saqueo).

Ante este escenario, cabe preguntarse: ¿llegará en algún momento el cambio que votó la ciudadanía?