“Mis nenas nunca se van a olvidar de esa situación”

Roxana Vergara fue víctima de la violencia institucional que denunció el secretario de Derechos Humanos en Formosa. En diálogo con diario Hoy, la mujer que vive en Clorinda aseguró que la Policía fue a buscarla sin avisarle y que la amenazaron con tirarle la puerta abajo. Otra historia de cómo se vive la pandemia en la provincia del Noreste.

La vida de Roxana Vergara era como la de cualquier formoseña. Pese a la rigidez con la que se movió el gobierno de Gildo Insfrán y el cierre de la localidad de Clorinda (que aún permanece aislada del resto de la provincia), era una vida normal. Hasta que su esposo dio positivo en Covid-19.

Fue allí donde comenzaron los nervios por la gravedad de la enfermedad en él y el miedo de lo que les ocurriría a ella y a sus hijas (de 8 y 10 años), sobre todo por lo que acontecía en toda la provincia. Un familiar con coronavirus hacía que toda la familia (y en muchos casos los vecinos) sea forzada por la Policía a dejar su casa para realizar el aislamiento en una escuela que fue reconvertida en centro de aislamiento. Aunque la casa esté en condiciones, el gobierno exige que se vayan a estos centros.

El marido de Roxana fue notificado de su enfermedad el 14 de enero, luego de pasar varios días con fiebre. Ese mismo día fue a hacerse una radiografía, que le dio como resultado una neumonía bilateral, y el hisopado a un hospital de Clorinda. Se volvió a su casa de forma voluntaria, pero con oxígeno, ya que tenía dificultades para respirar. Al día siguiente, el 15, lo fueron a buscar a su casa y lo trasladaron al hospital Evita de la ciudad de Formosa debido a la neumonía.

En este aspecto, Roxana afirmó que el gobierno obró bien y que, de hecho, su marido fue bien atendido en el hospital, del cual salió recuperado de la enfermedad.

Dos días después de que el padre de sus hijas diera positivo, llegó la Policía para llevarse a ella y a sus hijas a un centro de aislamiento. Si bien Roxana sabía que eso iba a ocurrir, durante las siguientes 48 horas después de que se llevaron a su esposo estuvo pendiente del timbre. Se aisló con sus hijas y no tuvo contacto con nadie. “Esperamos a que vengan a hisoparnos, pero no vinieron ni el sábado ni el domingo”, le contó a diario Hoy Roxana Vergara vía telefónica.

Sin embargo, el lunes por la mañana fueron a su casa dos enfermeros y les hicieron el hisopado a ella y a su hija de 10 años, ya que como la otra hija, de 8, tenía miedo, no se lo hicieron. “No podemos obligarla”, dice Roxana que le dijo el enfermero.

Esa noche, cerca de las 22.30, llegó una ambulancia, pero no la atendió. Alrededor de las 0.30, llegaron tres policías, pero tampoco quiso atender y se fueron. Al día siguiente, los efectivos volvieron alrededor de las 23. “Salí por el balcón y les dije a los policías que ya era tarde y les pregunté si podían venir al día siguiente, porque ya estábamos por dormir, y me respondieron que sí”, contó Roxana.

Un rato después volvieron otros agentes, uno de ellos sin uniforme. “Había uno vestido de civil, y ese fue el que me dijo que si no salíamos iba a venir a mi casa con una orden y me iban a romper el portón e iba a ser peor”, dijo Roxana.

“Les respondí que yo iba a salir, que iba a ir y que no tenía ningún problema, pero que me parecía que no eran horas para venir a mi casa y que por qué no me habían avisado”, contó la mujer, que fue enviada a la Escuela 49 de Clorinda, que se convirtió en centro de aislamiento. Admitió que allí la trataron bien, distinto a lo que ocurrió en otros lugares donde llevaron a las personas, aunque “la comida no era buena”. De hecho, le llegó en un vaso líquido verde y un plato de puré de papas con salchichas en un notable estado de ­descomposición.

Mientras Roxana y sus hijas se ponían nerviosas, llegó la ambulancia (que previamente había ido a buscarlas), y fue allí que les preguntó por el resultado del hisopado, del cual no le habían informado antes. “Me dijeron que yo había dado positivo y mi hija, negativo”, relató.

Cuando le confirmaron que su nena de 10 años no tenía el virus, Roxana les informó que no iba a ir a un centro donde había gente infectada, “porque si ella era negativo, no la iba a estar exponiendo”. Llamaron, consultaron y le preguntaron si las hijas podían ir a la casa de sus abuelos. Igualmente, Roxana tenía miedo porque sus padres son personas mayores y, si bien su hija había dado negativo, tenía miedo de que los contagiara si más adelante se manifestaba la enfermedad.

En el medio del operativo, Roxana llamó a su hermana bioquímica y le dijo que las dejara con sus abuelos porque quizás ya habían cursado la enfermedad. “Que ellas no pasen todo el trauma de ir a un centro. Si tenés la posibilidad de que ellas vayan con nuestros padres, que vayan”, le dijo su hermana a Roxana. Así fue que llamó a sus padres para que pasaran a buscar a sus hijas. Todo en ese momento. Todo en medio de la noche.

“Yo denuncio que es un protocolo del terror el que se aplica en Formosa. Porque primero vienen a buscarte a altas horas de la noche. No te avisan, no te llaman y no te dicen cómo dio tu hisopado. No te dicen: Tu hisopado dio positivo y a raíz de eso te vamos a ir a buscar, preparate”, contó Roxana, angustiada como aquella noche.

“Ellos (los policías) tocaban timbre, y después empezaron a golpear el portón con violencia, porque eran fuertes los golpes. Salieron los vecinos a mirar e incluso algunos de ellos me mandaban mensajes preguntándome si estaba bien. Todos los días hicieron exactamente lo mismo. Siempre de la misma manera”, aseveró.

“Nosotras estuvimos tres días pendientes del timbre, que si venían o no. Mis hijas diciéndome que no abra la puerta, que nos quedemos en la casa. Y es de terror. Mis nenas no se van a olvidar nunca de esa situación”, concluyó Roxana.

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