juicio brigadas
“Si bien pasaron 45 años estas cosas se mantienen vivas”
Oscar Solís, víctima de secuestro y torturas en el centro clandestino de detención El Infierno, aseguró que busca “verdad y justicia, no venganza”.
Tras ser víctima de secuestro y torturas en el centro clandestino El Infierno, que funcionó en la Brigada de Lanús durante la última dictadura cívico militar, Oscar Solís aseguró que a 45 años de ese hecho “buscamos verdad y justicia, no venganza”.
Solís fue secuestrado junto a su hermano Alberto en 1976, cuando tenían 22 y 21 años, respectivamente, y declaró ante el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, que desde octubre último juzga a 17 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz, por los crímenes de lesa humanidad contra casi 500 víctimas que estuvieron cautivas en los centros clandestinos Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno.
“Si bien pasaron 45 años, pido disculpas porque me pongo mal al revivir estas cosas, estas cosas se mantienen vivas, por eso hay que colaborar con la Justicia y dar testimonio”, dijo el hombre vía Zoom desde Shanghái, en China.
Solís, que al momento de ser secuestrado era estudiante universitario y había fundado la Federación de Estudiantes Peronistas de la Universidad de Lomas de Zamora, contó que fue llevado a una sala y, tras colocarle un cable en uno de los dedos de su pie, comenzaron a aplicarle picana en todo el cuerpo.
Además, relató las condiciones infrahumanas de alojamiento en ese centro clandestino, donde apenas le daban de comer unas pocas cucharadas de algo parecido a un guiso mientras le daban de beber “con una manguera que nos metían hasta la garganta”.
No les permitían bañarse y debían “rogarles” a los guardias que los dejaran salir hasta un baño para hacer sus necesidades.
“Si no te mataba la tortura, te mataba la desnutrición”, aseguró, y recordó que “en El Infierno estaba Nilda Eloy, era la única mujer, y estaba en la última celda. Gritaba todas las noches, supongo que la estaban abusando”.
“También a veces la hacían gritar a Nilda cuando torturaban a otro detenido para que este pensara que estaban torturando a un familiar”, recordó.
Solís reflexionó que “si era degradante estar allí para un hombre, mucho más lo era para una mujer, que además, como en el caso de Nilda, estaba sola en El Infierno”.
“Quedamos con secuelas. Mi hermano tuvo varios ACV y yo por muchos años sentía a la noche que frenaba un automóvil y me levantaba, creyendo que venían a buscarme”, dijo en relación a las secuelas que les dejó el cautiverio, e indicó lo “muy movilizador y emotivo” de revivir esos hechos.
“Buscamos la verdad y la justicia, sin venganza, todos los que sufrimos vejaciones y humillaciones queremos eso”, remarcó.
Consideró que la última dictadura militar “generó un vaciamiento (en la sociedad argentina), por eso del no te metas”.
Durante esta audiencia también declaró Luis Paredes, amigo de Jorge Mendoza Calderón, conocido como “El Piura” por ser oriundo de esa ciudad peruana, quien fue secuestrado el 5 de octubre de 1976 en su casa de La Plata.
“El Piura” era estudiante de la carrera de Cinematografía de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y socio fundador del Grupo de Cine Peronista.
Paredes se emocionó al recordar que “era como mi hermano”, y exhibió una foto del estudiante de cine desaparecido: “Es una de las pocas fotos de él, y la colocamos en el frente de El Infierno, donde fue visto con vida por última vez”, remarcó.
Mendoza Calderón “fue un militante de hierro y un gran cuadro político, militó en la FUR, en la FUP y en Montoneros. Hicimos toda la carrera de Cinematografía juntos y fue socio fundador del Grupo de Cine Peronista de La Plata”, precisó.
Contó que “desde ese grupo filmamos desde el acto de unificación de juventudes peronistas, en enero de 1972, hasta mediados de 1975, todos los acontecimientos importantes que sucedieron en el país”. “Si caían esos archivos, ahí estaban las caras de todos los compañeros. Pero Jorge nunca dijo dónde estaban, nunca habló”, dijo Paredes, emocionado.
Esos documentos fílmicos ya habían sido preservados en una casa en Buenos Aires, no estaban en La Plata, y “El Piura” era uno de los pocos que conocían el lugar, pero no se lo dijo a sus victimarios, lo que permitió que esos archivos estén preservados en el hoy Museo de la Memoria, ex-ESMA.
Además, contó que existe una denuncia radicada en Francia donde constan los nombres de los estudiantes de cine de La Plata que fueron secuestrados durante la última dictadura cívico militar.
Ante esa información, el fiscal Juan Martín Nogueira pidió al TOF 1 que ese listado se incorpore como prueba nueva.