A tres años de su muerte, aseguran que Barreda nunca se arrepintió y creyó que hizo justicia

El 25 de mayo de 2020 fallecía uno de los criminales más sangrientos de la historia argentina. La palabra del perito que lo evaluó tras los asesinatos.

El perito que evaluó al odontólogo Ricardo Barreda horas después de que asesinara a su esposa, a sus dos hijas y a su suegra, en una casona del centro de La Plata en noviembre de 1992, aseguró que el cuádruple homicida fallecido hace tres años “nunca se arrepintió de matar a las mujeres de su familia”, ya que “pensaba que había hecho justicia”.

Barreda murió a los 84 años, solo y enfermo, en el geriátrico Del Rosario, del partido bonaerense de José C. Paz, al sufrir un paro cardíaco el 25 de mayo de 2020, en pleno Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado a raíz de la pandemia de coronavirus.

Ya había cumplido su pena por los crímenes en 2016, previo acceder en 2008 a la libertad condicional y mudarse a vivir con su pareja, Berta “Pochi” André, a un departamento del barrio porteño de Belgrano hasta que ella falleció.

Miguel Maldonado, el perito forense que lo evaluó a 48 horas de que matara a su familia y que intervino en el desarrollo del proceso al que fue sometido, contó en una entrevista con Télam que para él “Barreda no estaba loco, pero tenía un tornillo desviado que le impedía comprender y dirigir sus acciones”, aunque recordó que “la Justicia, en votación dividida, lo consideró imputable”.

“Yo era partidario de mandarlo a un hospital psiquiátrico de alta seguridad, donde se le pudiera tratar ese delirio psicótico de reivindicación que tenía y del que no hubiera salido nunca. Pero dos de los jueces consideraron que no era inimputable y le dieron perpetua”, agregó.

“Fue a una cárcel común, donde terminó siendo un héroe, un tipo respetado y se congració con sus compañeros. Después salió y siguió haciendo macanas porque tenía fobia a las damas. En cuanto enganchó una nueva pareja, la maltrató y humilló. Creyeron que se había corregido, pero no. No aprendió nada en el tiempo en que estuvo preso”, opinó el perito.

Maldonado se refirió así a la relación que Barreda mantuvo con “Pochi” André, a quien conoció cuando visitaba a un amigo preso y con quien inició una relación de pareja que devino en convivencia hasta julio de 2015, cuando ella murió como consecuencia del deterioro de su salud a raíz de graves problemas neurológicos.

“Yo lo conocí. Sé que nunca se arrepintió de matar a las mujeres de su familia. Él pensaba que había hecho justicia. Estaba perturbado mentalmente. Murió solo, ni una persona fue a su entierro”, enfatizó Maldonado.

También durante su internación, Barreda tuvo problemas con las enfermeras que lo asistieron en un hospital de la localidad de General Pacheco, donde se presentó con una identidad falsa y visiblemente desmejorado y permaneció internado durante 457 días debido a un cuadro de salud mental, según ­dijeron entonces los médicos que lo asistieron.

Durante esa internación, algunas enfermeras denunciaron que las maltrataba. Finalmente, en julio de 2017, el odontólogo salió de ese centro asistencial y fue enviado a una pensión de General Pacheco, tras lo cual se mudó a San Martín, donde estuvo alojado varios meses en el hospital Eva Perón.

Finalmente, el 10 de marzo de 2020 Barreda quedó internado en el geriátrico Del Rosario, donde el 25 de mayo murió a los 84 años.

Barreda ingresó a la lista de los criminales más sangrientos de la historia argentina el 15 de noviembre de 1992 cuando con una escopeta asesinó a su esposa, Gladys McDonald (57), a su suegra, Elena Arreche (86), y a sus dos hijas, Adriana (24) y Cecilia (26).

Si bien el odontólogo primero negó la acusación del cuádruple asesinato e intentó hacer pasar el hecho como la consecuencia de un robo a su casa, finalmente confesó que las atacó con una escopeta Víctor Sarrasqueta calibre 16.5 debido a “los maltratos que recibía de todas ellas”, ya que dijo que padecía “humillaciones constantes”, entre ellas que lo llamaban por el apodo de “Conchita”.

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