Aislados de los demás reclusos por miedo a represalias, los ocho implicados están alojados en la Alcaldía N°3 de Melchor Romero, imputados por “homicidio doblemente agravado por alevosía”.
Cerca de un año y medio ha pasado desde el brutal crimen de Fernando Báez Sosa, el joven de 18 años que fue asesinado a golpes por un grupo de ocho rugbiers. Ellos aguardan el inicio del juicio alojados en Alcaldía Departamental N°3 de Melchor Romero. Mientras tanto, ¿cómo es su estadía en la cárcel?
Según trascendió, los implicados comparten un teléfono celular en las cuatro celdas de tres metros cuadrados en las que están detenidos, en el pabellón N°6. Asimismo, solo pueden recibir llamados y mensajes de texto, ya que no tienen acceso a WhatsApp ni a ningún tipo de redes sociales.
Además, el aislamiento con el resto de los reos es total, lo que significa que no comparten celdas con otros reclusos ni concurren a espacios comunes. Por su parte, solo se les permite una única visita semanal, que reciben por parte de sus familiares todos los lunes, en el horario entre las 8 y las 12. Para las visitas, los únicos autorizados son padres, hermanos y novias (aunque trascendió que la pareja de uno de ellos dejó de ir hace meses).
Cabe mencionar que por la pandemia, los encuentros junto a sus familiares se dan con distancia social, barbijo puesto y alcohol en gel, por lo que el contacto físico no está permitido. “Durante estos meses exhibieron cambios de conducta muy notorios, con cuadros depresivos”, detalló una fuente con acceso al expediente.
Por su parte, los psicólogos de la alcaidía los entrevistan a diario para evaluar los diversos cambios de ánimo que puedan darse durante el encierro. Asimismo, en lo que respecta a la alimentación, el penal posee un sistema de viandas, pero los rugbiers suelen recibir provisiones por parte de sus familiares, aunque todos los víveres son requisados antes de su ingreso.
Por último, trascendió que los implicados mantienen un perfil bajo y que no hicieron requerimientos especiales, ya que todavía los demás reclusos los insultan y amenazan a diario; por lo tanto temen por su integridad física y tratan de exponerse lo menos posible.
Hay que recordar que ingresaron al penal para someterse a unas pericias psiquiátricas, pero su estadía se volvió permanente debido a la pandemia. “No hay motivos para el traslado”, detalló su abogado.