El infierno de una contadora platense que no ve a su pequeño hijo desde hace más de dos meses
El niño tiene dos años y está con su padre, a quien la mujer denunció por violencia de género. El relato de una historia de terror que cuenta con complicidad judicial.
Vanina Ullastre, una contadora platense, atraviesa la cuarentena como el resto: recluida en su casa, sin poder salir a trabajar y cumpliendo con las normas de seguridad. Pero ella, además, vive una pesadilla paralela que la diferencia de los demás: hace más de dos meses que no puede ver a su hijo Santino, que tiene dos años y está desde el 19 de marzo con el padre, un hombre violento que acumula en su historial varias denuncias.
La mujer, víctima de esta historia de terror y presa a su vez de un sistema judicial que la perjudica, le contó a Trama Urbana el drama que padece y la desesperación que se cuela por cada uno de sus huesos al no poder estar con el nene. Informó que el caso, que se inició el 15 de febrero del 2019, lo analiza el Juzgado de Familia número 1 de La Plata, cuya participación “es muy mala, sobre todo la del secretario.
Francisco Virasoro, que cajoneó el expediente y permitió que el papá de Santino lo secuestre durante más de un año, cuando teníamos un acuerdo homologado que dejó de cumplir. Se apoderó del nene, me lo secuestró porque le reclamé alimentos”, relató.
“Me separé de él a los tres meses de embarazo porque era violento y celoso, y en ese momento me dijo que si lo dejaba me iba a prender fuego viva, señalándome la panza. No lo denuncié porque le tenía miedo. Cuando nació Santino, le pedí ayuda económica ya que no podía sola. Me dijo que si ponía un abogado iba a matarme e iba a sacarme al nene. Siempre me amenazó con eso”, refirió Ullastre.
Idas y vueltas
Con el niño ya de tres meses, firmaron un acuerdo en el Juzgado de Familias 1, donde se estableció que el menor viviría con su madre y su padre lo vería tres tardes por semana. Cumplieron eso hasta que ella lo demandó por la cuota de alimentos, reaccionando él de manera bestial: “Me dijo que si lo demandaba, me iba a internar en un neuropsiquiátrico, que iba a enloquecerme y luego me sacaría a Santi”, afirmó.
La escalada de locura subió a un nuevo nivel el 15 de febrero del año pasado, cuando tras una audiencia por los alimentos, en donde él pidió la tenencia unilateral alegando que Ullastre estaba loca, ella fue al negocio de su padre y apareció el hombre. “Me sacó al nene porque ese día le tocaba pasar la tarde con él, se lo llevó y nunca me lo devolvió”, dijo.
Hizo la denuncia en la Comisaría de la Mujer y a los dos días el Juzgado 2 solicitó la restitución de la criatura. “Con esa restitución traté de notificarlo, pero él usaba estrategias legales. Pasó el tiempo y, en agosto, Virasoro me dijo que como no llegamos a un acuerdo iba a decidir el juzgado. En todo ese año, vi a Santino cuando su padre quiso, siempre me extorsionaba, y aunque tenía miedo comencé a denunciarlo por las amenazas”, agregó la mujer. Dichas denuncias penales recayeron en la UFI 3 y en la UFI 6.
En febrero de este año, ya con su abogada actual Roberta Amitrano, presentó 50 audios, más capturas de pantalla con amenazas y todo tipo de pruebas, pero el juzgado seguía sin resolver, acumulando así un año y tres meses sin hacerlo.
Finalmente, Ullastre explicó: “El primero de abril sacaron una sentencia en la que se dio de baja el acuerdo homologado que teníamos, que disponía que el nene viviría conmigo y su papá lo visitaría tres días. Hizo caso omiso a la orden de restitución, que nunca se cumplió, y me dio un acuerdo de tenencia compartida de 3 días y medio cada uno. Que el padre se haya quedado con el nene no tuvo ninguna consecuencia. Presenté informes en los que se reconoce que soy víctima de violencia de género y desde el juzgado dictaminaron que cuando él me lleve a Santino tiene que ser en la Comisaría de la Mujer. Pero esta sentencia se tiene que empezar a cumplir una vez que termine la cuarentena. Al día de hoy, no veo a mi hijo desde el 19 de marzo”.
“Hay un importante grado de imparcialidad en la causa”
Vanina se reconoce víctima de violencia de género y, desde hace un tiempo, víctima de violencia institucional por parte del Juzgado de Familia 1 de La Plata.
Entre los incidentes más graves que sufrió, recuerda un hecho de fines de diciembre de 2019, cuando su expareja se presentó junto a otros cómplices en el comercio que ella tiene en la zona de la plaza Islas Malvinas. Allí, amenazaron al empleado y no dejaron ingresar a los clientes. Además, bautizó al nene sin avisar y hasta amenazó a su papá.
Con tristeza, aseguró que hasta que termine la cuarentena no va a poder ver a Santino, y se mostró disgustada con esa decisión: “Hay una resolución del Poder Ejecutivo donde dice que los nenes pueden trasladarse durante el aislamiento, justamente por casos como este. Hice presentaciones, aclarando que cumplo la cuarentena, que soy contadora y mi actividad está vedada.
Él, en cambio, tiene un supermercado y yo presenté fotos donde está trabajando sin barbijo y tomando mates con los taxistas en la esquina. Mi hijo está en riesgo de contagio porque él no lo protege, y cuando sale a trabajar lo deja con terceras personas que no sé quiénes son”, dijo y agregó: “Presenté todo eso, pero me lo denegaron, y así como apelé por la tenencia compartida de abril, apelé a que siga pasando el aislamiento con el padre.
Virasoro hizo una inspección en el negocio, cuando tiene que hacerla una asistente social, y puso que todo estaba perfecto. También puso en el informe que al nene lo cuidada la abuela materna, o sea, mi madre, que vive en Mar del Plata. Ahí te das cuenta el grado de imparcialidad que hay en la causa”.